lunes, enero 26, 2009

Un atisbo

De vez en cuando me sucede que voy a contar cierta cosa a mi madre, o que voy a preguntarle cómo se encuentra, cosas así.
Un instante después yo mismo me hago saber que ella ya murió, que lo que pretendo no es factible.

Al mismo tiempo veo toda la escena ante mí y, por lo general, sonrío, y con cariño y
con la certeza de lo irreparable amalgamo una emoción a la que llamo "nostalgia",
"morriña", "calorcito"...

Ultimamente he empezado a deducir de esta secuencia el qué sucede cuando llegamos
a mayores y perdemos la cabeza y olvidamos las cosas y empezamos a preguntar donde están
el papá, o la mamá, -como le vi hacer a ella, a mi mamá.)

Me doy cuenta de que es como si el dato "Mi mamá está siempre ahí" y el dato "ella murió"
se almacenasen en distintas dependencias, de manera que el primero, más antiguo, más enraizado, siempre está ahí; y el segundo, adquirido mucho más tarde, aflora solo ocasionalmente.
Y sobre todo, de que ahora, cada vez que me viene el impulso de buscarla, casi simultáneamente, yo mismo aporto unas normas lógicas que me hacen renunciar al intento:
"¿no recuerdas -me digo-que ella ha muerto, tontorrón"?
Una especie de censura, de corrección automática, que actúa en nombre de la sensatez y la madurez, y que sale gritando en cuanto advierte una fuga del orden lógico. Y me vuelvo serio y renuncio al desatino.

En mi caso, viene envuelta en "nostalgia", pero conozco a quienes la envuelven en "irritación por pensar en tonterías", en "preocupación por si estoy perdiendo la chaveta", en cualquier modo sentimental. Eso no importa. Viene, claramente, al final de la secuencia; es "excipiente emocional" . Lo que destaco es que, en cada ocasión en que la quiero junto a mí, yo mismo, rapidísimamente, me digo "no te confundas, ya no está ahí".

Yo venía creyendo que lo que les pasaba a los viejos era que sus recuerdos más antiguos
"iban aflorando"sobre los más recientes, y me maravilaba verles recuperar la exacta geografía
de sus casas, los viejos nombres de cosas que ya no existen... y las presencias de ausentes.
Ahora me parece que no, que lo que sucede, lo que -tal vez- sucederá conmigo
será que esos recuerdos y sus impulsos asociados siempre están ahí. Y que, tal y como me sucede ahora, por momentos, me acordaré de ella, me dará por ir a buscarle.


Y las instancias censoras entretanto, por menos enraizadas,
se irán silenciando. Un día, mientras yo esté haciendo lo mismo que hago ahora:"voy a contarle esto
a la mamá, voy a preguntarle aquello a la mamá..." , estarán dormidas y no saltarán, no me advertirán de nada.
Y como nada se opondrá en mí a ese impulso, preguntaré
por ella a mis íntimos y saldré por el pasillo a buscarla

Y no sentiré morriña ni cosa que se le parezca; solo el honesto anhelo de departir con ella
y quienes me rodeen se apiadarán de mí, que busco a mi mamá ya fallecida,
sin darse quizás cuenta de que eso es lo mismo, lo mismo, que les sucede a ellos día sí día también.


(Dedicated to the Peace Sisters, dont la photo illustre l´article. La fraicheur de l´enfance qui ne se laisse pas tromper par les apparences... o así).

2 comentarios:

Unknown dijo...

Sacrebleu, qué susto!!
...estas fotos de cuando éramos santiñas...¿o las gemelas de El Resplandor de Kubrick?

Anónimo dijo...

Suele pasar, a veces, caminando entre el ajetreo del día, creo ver a mi padre entre la gente, caminando de espalda a mi, o un encuentro de viva frente que se desvanece, como dices, al caer en la cuanta de que murió, aunque por eso mismo ahora sigue estando más presente. Quizás una intuición cotidiana de que algo hay que nunca muere, algo hay que permanece y de vez en cuando asoma para recordárnoslo. Me miro adentro y digo para mí "buen día papá, me alegro de verte...".