lunes, julio 20, 2009

Intermedio: la vida, el sueño

...me contaron...


...”sueños largos, largos, largos: una vez me desperté, sofocado de calor, y al volverme a dormir todo continuó como si nada... Lo que retuve al despertarme era la “segunda parte”.


Los allí reunidos, una treintena de chicos, pasábamos a la prueba final, que comenzaba ingresando en un decorado “del siglo XIX”, del siglo XIX de Sherlock Holmes, con señores vestidos de negro, ensombrerados, carruajes a caballo... todo ello conformaba una escenografía algo siniestra.

En aquel decorado ocurrirían las pruebas de esa “prueba final”; y se nos avisaba que todo ello duraría dos horas.

Así que allá que íbamos. Y nos encontrábamos en atmósferas, ante estímulos, frente a obstáculos. Y avanzábamos sucesivamente en grupo, disgregados, en parejas. Se daban situaciones extrañas, distorsionadas: unas bellas, otras repulsivas, otras más ansiógenas o tentadoras... No hay quien pueda hacerse una idea de lo que fué aquello...como los universos de Dalí, pero en movimiento, tridimensionales, y conmigo como protagonista.


Recuerdo un único detalle: en un momento en el que me encuentro solo, fatigado por la sucesión de retos, daba con un atado de venablos y flechas en el rincón de una habitación. “Osadía, desafío”, traduje para mí al verlo,, y los enarbolaba con gesto fiero, y ...

me giro y allí está un maniquí, de tamaño natural, mal sentado en una silla; y me representa fielmente, es mi cara. “¡vaya, -me digo-, osadía, desafío, ¡ante mí!”

y agito ante mí las flechas y los palos, con gestos feroces y amedrentadores,

y entretanto voy pensando “¿Cómo coño han adivinado que sería yo quien vendría a dar a esta habitación y han preparado este preciso monigote? ¡A ver si la cara es virtual, a ver si es que proyectan la cara de quienquiera que llegue sobre ese corpachón desmadejado! Pues, ¿no parece que la cara esté como pegada, que es inexpresiva y desproporcionada? ¡Sí que lo es...”

-Cuento esto para dar una idea de mi forma de vivir la prueba: aceptándola, pero escéptico al mismo tiempo-.

Ya se va acabando la prueba: volvemos al centro de estudios de donde partimos. Han pasado las dos horas: todo se ha acabado. Se da por hecho que hemos aprobado. Visitamos el aula del próximo año, y vemos y comentamos sus pros y sus contras. Y salimos al mundo exterior.


Al traspasar la puerta, me encuentro ante una llanura solitaria, atravesada hasta el horizonte por un camino que nace ante mí. Me parece a mí que que este paisaje va a ser una prolongación de la prueba. Me despierta prevención, porque después de tanta agitación no tengo ningún deseo de continuar corriendo aventuras. Así que me detengo, me agacho, miro el suelo, lo encuentro constituido de cristalillos. Algo raro, efectivamente... Despacio, astuto, lleno de suspicacia, me decido y al fin echo a andar.

Por aquel yermo voy andando hasta que veo que, algo más adelante, el camino se convierte en una bifurcación, y cada uno de los dos ramales desemboca en especie de cueva que es también una habitación/decorado con una atmósfera propia.

“¡No, no, no, -me digo-, no pienso meterme por ninguna de las dos, porque cualquiera sabe adonde me va a llevar... solo voy a acercarme lo suficiente como para ver qué albergan esos paisajes...”

así que llego y lo que veo no me gusta, me inquieta, me da mala espina. Por eso me detengo y me decido a seguir parado, o a dar la media vuelta; cualquier cosa antes que seguir.

Y entonces me atraviesa la revelación:

Da igual que siga que que me vaya para atrás.

Quedarme, pararme, no entrarda lo mismo: todo es igualmente una jugada del juego.

No puedo escapar de ese juego: es imposible.

Seguir es jugar: detenerme es jugar.

Detenerme genera una situación en todo equivalente a seguir; simplemente, se tratará de otra, pero todo es el Juego.

El juego, me doy cuenta cabal de ello, es La Vida.

No hay donde esconderme, no hay lugar adonde el juego de la vida no alcance.

La prudencia no protege, ni la osadía tampoco:

son apuestas idénticas apuestas ante un devenir clausurado a nuestra capacidad de pronóstico. Es la vida.

Es aterrador.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

uf!
que clarividente (punto)
(y sigue)
la ultima parte
(dice ella sinceramente)

anna dijo...

"La prudencia no protege, ni la osadía tampoco:
son apuestas idénticas apuestas ante un devenir clausurado a nuestra capacidad de pronóstico. Es la vida.
Es aterrador."
Y alentador, después de cada apuesta hay una nueva, cada partida es una, el juego la vida, y solo hay un solo final, la muerte; después quizás otra vida, otro juego...

Anna