sábado, octubre 30, 2010

diálogos octobrinos IV: a vueltas por la antigüedad.

+- mire, los sueños que burlan nuestra mente con sombras vaporosas no nos los mandan los santuarios divinos ni las deidades del cielo, sino que cada cual se los forja a sí mismo. Pues cuando el descanso se apodera de nuestros miembros relajados por el sueño y la mente ingrávida se evade, se representa en las tinieblas cuanto pasó de día. Quienes suelen defender pleitos se representan las leyes y el foro, y, nerviosos, hasta el tribunal rodeado de público. quien ataca en guerra y arrasa mediante el fuego desgraciadas ciudades, ve dardos, y tropas en retirada, y muertes de reyes, y campos empapados con la sangre derramada. El Satiricón de Petronio, que lo he sacado de la página 218 de la edición de Gredos... Qué al pelo nos viene para continuar con lo de si si o si no reflejan los sueños lo cotidiano, ¿eh?

.- Pues yo entretanto he hurgado un poco más en el Cox Miller con el asunto del sueño de Perpetua. así me he venido a enterar de que no pocos autores le han entrado al texto de Perpetua desde ángulos diferentes; diferentes, pero todos de acuerdo en que soñó lo que soñó merced a sus muy personales parámetros vitales: mujer, madre reciente, cristiana del siglo II. Por caso: el lugar onírico donde está su hermanito Dinócrates, que es tenebroso, lo sería porque influyeron en la soñadora las doctrinas que había escuchado acerca del purgatorio como espacio oscuro y sufriente; el estanque, inaccesible primero, accesible después, estaría reflejando la piscina de Betsaida, en Jerusalén, donde el Evangelio de san Juan dice que Jesús curó a un paralítico... también hay quien cree que estos sueños son propios de una muchacha recién convertida, porque la descripción del Dinócrates difunto responde al tópico de la cultura romana en la que nació y creció, más que a la cristiana a la que llegó a los 18 años...

+- vaya sutilezas...

.- hay más: Peter Dronke, a quien Cox Miller califica de perspicaz, sitúa este sueño en el contexto más amplio del diario completo de Perpetua, y advierte que brota poco después de haber tenido la noticia consoladora de que su hijito -del que se encontraba separada por estar en prisión- ya comía bien, no necesitaba de su leche; ese niño sufriente y ese alivio posterior serían a la vez Dinócrates, el hijito y, claro, la propia Perpetua, a punto de pasar de un mundo de dolor y fuentes lejanas a otro de alivio y felicidad... vía martirio. así que sí, dicen estos testimonios: nuestros sueños reflejan nuestra vida cotidiana.

1 comentario:

Paul dijo...

Ya ya, pero yo tengo una duda... a ver, yo recuerdo haber soñado que volaba... ¿pero cómo puede ser eso si nunca he cogido una avioneta?

ABRAZOS