Buscando un cuadro de Puvis de Chavanne encontré la imagen de tres figuras, inmovilizadas, cristalizadas, congeladas en un instante de la desenfrenada persecución. Me llamó la atención, seguí el enlace y desemboqué en "Pinturas: Pincel con verbo".
La glosa a la imagen me pareció poderosa, y mi criterio me decía que era una lógica onírica la que había dictado el texto ('Acá te traigo el amor" "¡Nooo!"). Me enamoré del conjunto imagen/texto.
Envié un comentario en el que pedía permiso para subir aquí esa estampa. Todo fueron facilidades y gentileza. Por eso lo he subido tal cual, sin añadir nada ni quitar nada. Me apetecía compartirlo.
Estamos en Enero. Después de las vacaciones tengo la cabeza a mil por hora. Se me amontonan proyectos, esbozos, cosas que hacer y decir... Cada cosa da paso a demasiadas otras cosas. El cuadro me trajo a la mente enseguida cierto rincón del Casco Viejo bilbaino, que es el barrio en el que habito.
que se llama La Fuente del perro.
La entrada aquella me abrió el apetito acerca del Blog que la contenía. Cada entrada está compuesta por un cuadro y un texto.
Hay una setenta entradas, no más...
Imagínate, en el centro de una plaza en la que se abren setenta puertas. Cada una de ellas es un paisaje.
Es maravilloso.
Escoger cada obra de entre las de cada pintor, y permitir que por alguna ley desconocida de vasos comunicantes emerja ese instante vivido
-tan a menudo instantes en los que la presencia del otro, de la otro, todo lo impregnan-
y dejarlo, retirarse, seguir viviendo y nada más que viviendo... esa belleza me humedece los ojos del corazón.
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