Paseando por el Ensanche bilbaino, me topé hace unas semanas con un cartel -lo habían pegado a un poste-cabina de teléfono público. El cartel mostraba exactamente el siguiente texto y la siguiente imagen:
""Cada noche, en el mundo, centenares de personas sueñan con esta cara. Si es tu caso, o si conoces a alguien a quien esto le haya sucedido, por favor, ponte en contacto con nosotros en...
¡Qué cara tan estupendamente irreconocible, esta, ¿no? Masculina por arriba, femenina por abajo...
La página web ha recibido un montón de mensajitos. Muchos de ellos solo dicen que no, que en su vida han soñado con tal cara; los otros, hacen chistes, o protestan, o cuentan cuentos sin pies ni cabeza. Pero el hecho es que la campaña estará cumpliendo su objetivo. Aquí estoy yo, dándole eco.
Transmiten la siguiente leyenda urbana: Un año -hace como 8 o 10-, en una ciudad grande -digamos que en Seattle-, un psiquiatra -digamos que el Doctor Sanchez- escuchó de una paciente -digamos la srta Minnifield- el relato de sucesivas apariciones en sus episodios oníricos de una figura benigna que le aconsejaba certeramente. Descuidadamene incluyó este hecho en una conversación con otro psiquiatra amigo -el Doctor Veremundo Schummpeter, por ejemplo- quien, asombrado, le respondió que tal caso le había llegado a él en las mismas fechas de la mano de otro paciente. Ambos decidieron pedir a sus clientes un dibujo robot del sujeto, y aquellos dos dibujos iniciales, sumados e integrados a los centenares de otros dibujos que en poco tiempo llegaron a colecionar -pues sus colegas, uno tras otro, aportaron más y más datos equivalentes a este misterioso caso- originaron la obra de arte de aquí arriba.
¿Para qué sirven los sueños?
o, mejor,
¿Para qué utilizamos los sueños?
Ahí está la centésima respuesta: Para Publicidad.
1 comentario:
Bueno, a fin de cuentas que vende la publicidad, sueños, la pregunta o preguntas serían, ¿porque soñamos? ¿que tratan de decirnos nuestros sueños? ¿es acaso mejor que hagamos CONTRAPUBLICIDAD?
Una respuesta o más pregunta, que leamos un cuento de Jorge Bucay, (creo) el Hipnotizador Personal
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