Si soñábamos antes de atravesar ese inconcebible proceso que llamamos “humanización” o si empezamos a soñar como uno de los resultados de ese proceso, es algo a lo que nadie que yo sepa ha dado una respuesta definitiva; pero es una acuerdo común el que soñamos desde que somos humanos. Es decir, desde hace 50000 años, o desde hace 800000, que viene a ser lo mismo: una burrada de años.Así que hemos tenido tiempo para relacionarnos con los sueños.
Y, por lo que vemos al leer las trazas de nuestros escritos más antiguos, también hemos tenido interés hacia ellos.
Lo que hoy hacemos con nuestros sueños, no es valioso en tanto que avance, que adelanto en el conocimiento de qué nos dicen los sueños. Hoy, como ayer, como anteanteayer, nos acercamos al mundo onírico impulsados por la curiosidad, por la angustia, por la búsqueda de seguridad; como nos acercamos al fuego, a las piedras preciosas, al mar.
Un chamán genuino le dijo cierta vez a otro chamán mientras miraban un fuego “!No mires como borracho! ¡Aprende del abuelo!” Se lo decía porque no es raro que miremos como borrachos al fuego; y, porqué, por lo visto, se puede aprender algo de él. Si se mira de cierta forma. Pues propongo que el mismo consejo vale para mirar los sueños.
Así que hay dos formas básicas de indagar en el mundo onírico: A) Como borrachos. B) Aprendiendo del abuelo. Ambas son venerables y antiguas formas de buscar el conocimiento, y ambos han sido ejercidos por la humanidad desde sus comienzos.
*¿Existe un criterio para diferenciar ambos tipos de indagación:
= Sí. Los unos pertenecen al grupo A y los otros pertenecen al grupo B.
*¿Existe algún otro criterio, más..., como decirlo, ¡No tan claro!?
= Sí: Los que no pertenecen al grupo B, pertenecen al grupo A. Es decir, los que no incluyen la tares de “aprender”, equivalen a “mirar como borracho”. ¡Y no se admiten más preguntas! Sigamos, “Nos acercamos a los sueños al despertar, cuando entre las imágenes de nuestro alrededor nos sorprenden de pronto vetas de un material asombroso, con paisajes, escenas, palabras que nos hacen volver a nuestra atención hacia ese pasado reciente de nuestro dormir. Y resuenan emociones vivas que no alcanzamos a atribuir a las cosas que nos rodean. Y se desdibujan a medida que nos esforzamos en fijarlas en nuestra memoria, o, como en ocasiones, se abren a nuestro deseo y nos dejan ver un mundo renovado, inédito, inaudito.
Y, por lo que vemos al leer las trazas de nuestros escritos más antiguos, también hemos tenido interés hacia ellos.
Lo que hoy hacemos con nuestros sueños, no es valioso en tanto que avance, que adelanto en el conocimiento de qué nos dicen los sueños. Hoy, como ayer, como anteanteayer, nos acercamos al mundo onírico impulsados por la curiosidad, por la angustia, por la búsqueda de seguridad; como nos acercamos al fuego, a las piedras preciosas, al mar.
Un chamán genuino le dijo cierta vez a otro chamán mientras miraban un fuego “!No mires como borracho! ¡Aprende del abuelo!” Se lo decía porque no es raro que miremos como borrachos al fuego; y, porqué, por lo visto, se puede aprender algo de él. Si se mira de cierta forma. Pues propongo que el mismo consejo vale para mirar los sueños.
Así que hay dos formas básicas de indagar en el mundo onírico: A) Como borrachos. B) Aprendiendo del abuelo. Ambas son venerables y antiguas formas de buscar el conocimiento, y ambos han sido ejercidos por la humanidad desde sus comienzos.
*¿Existe un criterio para diferenciar ambos tipos de indagación:
= Sí. Los unos pertenecen al grupo A y los otros pertenecen al grupo B.
*¿Existe algún otro criterio, más..., como decirlo, ¡No tan claro!?
= Sí: Los que no pertenecen al grupo B, pertenecen al grupo A. Es decir, los que no incluyen la tares de “aprender”, equivalen a “mirar como borracho”. ¡Y no se admiten más preguntas! Sigamos, “Nos acercamos a los sueños al despertar, cuando entre las imágenes de nuestro alrededor nos sorprenden de pronto vetas de un material asombroso, con paisajes, escenas, palabras que nos hacen volver a nuestra atención hacia ese pasado reciente de nuestro dormir. Y resuenan emociones vivas que no alcanzamos a atribuir a las cosas que nos rodean. Y se desdibujan a medida que nos esforzamos en fijarlas en nuestra memoria, o, como en ocasiones, se abren a nuestro deseo y nos dejan ver un mundo renovado, inédito, inaudito.
* Como el mar, que decía el poeta
= Como el instante presente que, decía Borges:
“... es eterno,
no esperes otro cielo ni otro infierno”.
“... es eterno,
no esperes otro cielo ni otro infierno”.
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