viernes, febrero 01, 2008

...estos chinos... ya no son lo que eran...





Cuenta Pu Songling que antes de que Zhu Huiyin fuera nombrado gobernador de Canton, se habían recibido numerosas denuncias de desapariciones de mercaderes: a veces grupos enteros, a veces veteranos que conocían al dedillo la región y sus peligros. Una tras otra,
las denuncias se fueron acumulando, y en el mejor estilo Ciudad Juarez, cuando se hicieron masivas y los resultados de las investigaciones nulos, los funcionarios responsables dejaron
de lado casos y pesquisas.

Zhu Huiyin revisó en cuanto se hizo cargo de su puesto cada denuncia, cada caso,
y comprobó que las víctimas no bajaban de 100, y que numerosos denunciantes, a su vez,
habían desaparecido.

Hondamente preocupado, indagó hasta el agotamiento preguntando a cada funcionario inútilmente. Finalmente, dejó el asunto en manos del genio protector de la ciudad, para lo cual,
se purificó, efectuó una ofrenda, volvió al despacho y se tumbó a dormir un rato. En sueños recibió la visita de un hombre vestido de funcionario. "¿Tienes algún mensaje para mí?"

"Sí: flota en el agua la madera, cae la nieve por las sienes y del cielo baja una nube viviente".

Tras lo cual, la figura se despidió y el gobernador se despertó.
Toda la noche estuvo dándole vueltas a aquel mensaje, del que no era capaz de entender nada. De pronto tuvo un sobresalto

"...flota en el agua la madera... ¿No será BARCO? Cae la nieve por las sienes... tiene que ser VIEJO, y "del cielo baja una nube viviente puede ser DRAGON. ¿Y si el mensaje fuese
EL BARCO DEL VIEJO DRAGON? Existe un muelle llamado "del viejo dragón"
desde el que parten numerosas expediciones de mercaderes... Tengo que comprobarlo!"
Preparó un grupo de élite para que se disfrazasen como mercaderes y embarcasen en aquel barco, y pronto se descubrió todo: los marinos eran en realidad piratas que adormecían a sus viajeros, les despojaban de sus bienes, abrían sus vientres a cuchillo y los enviaban al fondo insondable lastrados de piedras. "Esta era la terrible verdad".


Llegado a este punto, Pu Songling añade el epígrafe con el que cierra cada una de sus muchas historias. Y no pone su atención en lo asombroso de la revelación, ni en que el sueño fuese su vehículo. Cedo la palabra.


COMENTA EL CRONISTA.

"Abrir la tripa al prójimo, meterle dentro una enorme piedra y arrojarlo a las profundidades
del río constituye un crimen execrable. Da la sensación, sin embargo, de que los funcionarios
de la historia no lo tenían por tal, pues permanecían impasibles como estatuas de madera
ante las repetidas denuncias. ¿Y quien tiene la ingenuidad de creer que solamente al este
de Cantón se dan tales casos de negligencia?

Aunque los espíritus y los fantasmas habían afincado sus reales en la provincia, como era la opinión general, el caso se resolvió apenas el gobernador Zhu Huiyin ocupó su cargo. ¿Qué extraño, no?

Pero es que el gobernador, a pesar de no tener cuatro ojos ni dos bocas, ni dolencias parecidas, consideró desde un primer momento que los casos irresueltos eran una dolorosa enfermedad
y tomó tanto empeño en la curación que al final dio con el remedio adecuado.

Estos funcionarios, altivos e imponentes que salen del tribunal abriéndose paso a punta de espada y regresan con el cerebro embotado por sueños de placeres y riquezas. ¿en qué se diferencian, me pregunto yo, de los barqueros del Viejo Dragón?




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