En los primeros momentos, esto la volvía loca de felicidad;
pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia,
pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro
y las garras demasiado fuertes;
bueno, que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles
o sobre las inmundicias humanas,
así como sufrir a conciencia dándose topes contra los vidrios de su cuarto.
En realidad no quería andar en las grandes alturas, o en los espacios libres, ni mucho menos.
Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un Águila
para remontar montañas,
y se sentía tristísima de ser una Mosca,
y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas,
hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes en la almohada.
Augusto Monterroso: La oveja negra y demás fábulas,
edit. Santillana, 2007, col. Punto de Lectura.
1 comentario:
Me recuerda a "una rosa es una rosa es una rosa" que hacia mención Fritz.
Que dificil es Ser lo que Uno Es.
Y que paz, cuando se da.
Un saludo
Betha
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