"Soñé la muerte y era muy sencillo"
Echando mano de Borges he encontrado, en su prólogo a "El imperio jesuítico", tanto a Leopoldo Lugones, como ese lindo lema de sístole y diástole y, además, el poema que encabezó con ese verso. De "corazón de la obra de Lugones, almendra de su ingente producción" -ni más ni menos, califica Don Jorge Luis este breve poema, pero si sigo por ahí, me estoy alejando del asunto que ahora quiero traer.
Lugones va a explicarse ante su amada. Y para fundar su argumentación, recurre como autentificación suprema a la de que, lo que va a decir, lo vió en sueños.
"Soñé la muerte, y era muy sencillo:
Una hebra de seda me envolvía,
y a cada beso tuyo,
con una vuelta menos me ceñía.
Y cada beso tuyo
era un día;
y el tiempo que mediaba entre dos besos
una noche. La muerte es muy sencilla.
Y poco a poco fué desenvolviéndose
la hebra fatal. Ya no la retenía
sino por solo un cabo entre los dedos...
cuando de pronto te pusiste fría.
Y ya no me besaste...
y solté el cabo y se me fué la vida.
Esto de acudir a lo soñado como autoridad máxima, es al mismo tiempo una táctica frecuente y una barbaridad lógica tamaño gigante. ¿o no?
1 comentario:
Una paradoxa?
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