En la revista del año 2005 de la Asociación Española de Terapia Gestalt, Miguel Albiñana, paciente y amigo y sostén de Memo publicó el siguiente artículo, que reproduzco con su permiso:
X aniversario del fallecimiento de Guillermo G. Borja (“Memo”)
X aniversario del fallecimiento de Guillermo G. Borja (“Memo”)
El próximo mes de Julio se cumplen diez años de la muerte de Memo (Irapuato 1951- Tepoztlán 1995), quien fuera miembro honorario de nuestra AETG y maestro de bastantes asociados/as.
Para quienes no le conozcan, o conozcan poco, decir que nos legó un libro póstumo, en buena parte fruto de sus últimas experiencias en prisión: “La locura lo cura” (editado en España por “La Llave”).
En relación a las técnicas terapéuticas, Memo siempre habló de la transparencia, la capacidad para mostrarse ante el paciente como uno es, una actitud que está en íntima relación con las propuestas gestálticas. Una vez más, oímos decir que lo que “cura” es la relación genuina más allá de las técnicas o teorías. Ser lo que uno es, viene siendo la puerta abierta para que el paciente también pueda permitírselo.
Rescato aquí unas contestaciones a la entrevista que le hice unos meses antes de su fallecimiento*. Hablamos del carácter como forma de protección ante el entorno, familiar o social, educativo, religioso:
¿Te parece que ese carácter nos protege, nos protege de algo?
G.- No, al contrario. Lo potencializa (el trastorno). Cuanto más lo niegues (lo genuino), el carácter, la ansiedad, la angustia y todo eso, se potencializa. Nunca la negación puede ser salud. Nunca el huir puede dar libertad. Yo creo que es una concepción social, cultural y religiosa y todo ese rollo. No se trata de ser un “kamikaze”: la única forma de vivir la muerte, la única forma de enfrentarla, es de la misma manera y con la misma actitud que tiene uno ante la vida. Yo no veo diferencia: entrega, plenitud...
…Son las regresiones ¿recuerdas?, son esos momentos en que empieza a aceptarse el carácter: esa es la auténtica entrega, que podría asociarse, incluso, con que el paciente “se cague” o se “orine”. Nada que ver desde la intelectualidad……
(Comentamos en relación a las regresiones y a la necesidad de que el terapeuta haya vivido la experiencia…).
Miguel: “Lo que pretendo decir es que si el paciente lo que va buscando es perder el control, un terapeuta que no puede perder el control se verá en dificultades para ser su acompañante”.
G.- Hay que tener mucho cuidado de no interferir, de darle la libertad a su experiencia. Que sea lo que sea, muchas veces el paciente va a seguir aunque sean experiencias durísimas y excelentes. El ego las puede vivir como experiencias “malas”, el ego se va a defender diciendo que ha sido “un mal trabajo”, de que fue “muy feo”, de que “sufriste mucho”. Y ahí el terapeuta no debe engancharse. Son experiencias duras y sanas. Al ego no se le puede satisfacer en una experiencia, no cabe en la experiencia, no come en ese comer. El ego nos defiende, de alguna manera, de la experiencia total. Es un ser invisible, amoroso y muy inteligente. En parte, hay que reconocer que nos ha acompañado toda la vida y que nos acompañará.
La idea es terminar la guerra y no maltratar ya más. Hay que amar al ego, no sólo ser buenos amigos, amarlo.
Amarlo para que en nuestra vida pueda haber la experiencia total.
Pero hay que estar abusados [avizores]. Él quiere pasárselo bien, es tan dueño de la casa como los demás. Además quiere abusar y cobrar la renta. El ser humano es un dominio compartido entre el yo y el ego. Buscar al niño espontáneo que fue. Hay que tener muy clara una cosa y es que el ser humano no es malo. La maldad se construye y ahí tiene lugar la lucha con la bondad.
El ser humano tiene vergüenza de ser bueno. Se avergüenza de ser bueno”.
Y finalmente:
“La capacidad de entrega es fundamental en un proceso terapéutico. Si uno no se entrega no se modifica nada, si unos se pone el traje puede luchar por la vida: pero llegar a eso son años de trabajo. De trabajar las defensas y los mecanismos. Por eso, creo que hay una terapia profunda y otra que se dedica a analizar la caracterología, a reconocer mapas de la patología y no los de la salud” (1).
Esta última frase, tan cercana a Perls, que decía que la Gestalt era algo demasiado serio como para tratar solo a enfermos, forma parte de esta terapia memiana, en que le vimos trabajar por igual con pobres que con ricos, con sicóticos que con neuróticos o gente aparentemente sana. Porque lo esencial es que;
“El terapeuta enseña una buena actitud ante lo irremediable, ante el misterio de la vida, ante la injusticia, ante la incapacidad. Enseña la aceptación,,,que lo que nos ha tocado está bien, que gracias a eso hemos podido llegar a sentirnos bien, que lo más valioso para poder alcanzar la salud es, bendito sea Dios, que nos reconozcamos enfermos, pequeños y sufrientes. (2)
El segundo instrumento tan propio de Memo fue la confrontación:
“Yo, como persona, no acepto de nadie nada que no sea directo, sea en la relación que sea. A mi no me asusta ninguna posición, creo que cada quien tiene derecho a ser como es. Ese derecho me lo otorgo yo (también en la relación terapéutica). Mis maestros me lo otorgaron a mí. Lo que no acepto es que lleguen a mí con su mecanismo de defensa puesto; no acepto que me gratifiquen gratuitamente, me molesta la seducción barata…
Yo tengo que reaccionar. Si me está agrediendo tengo que decirlo, decir que me duele… que manifieste lo que sí me toca, lo que sí me duele. Es mejor ser explícito que dar las cosas por entendidas. No hay que interpretar; la interpretación es una negación del acto y es quitarle la responsabilidad de su conducta al paciente”
.
Y, finalmente:
“¿Porqué tienen los terapeutas tanta desconfianza a soltarse? ¿Qué tienen adentro, que tienen que meterse en un estado de control total? Controlan lo que piensan, lo que sienten, lo que dicen. Pero no es posible ocultar, saldrá contratransferenciado.
Tiene que quedar claro que hay que provocar la transferencia negativa. Querámoslo o no el objeto amado también es odiado. …Uno debe poder expresar el resentimiento hacia lo más amado, pues cuando no se expresa surge de manera más dañina y se cumple la amenaza del abandono…” (3)
(1) G. G. Borja. La locura lo cura, Pág. 65.
(2) Ídem id. Pág. 66
(3) Ídem id Pág. 76
2 comentarios:
ttrtrheheh
EXENTOS.
Existían tus manos.
Un día el mundo se quedo en silencio;
los árboles,arriba eran hondos y majestuosos,
y nosotros sentiamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.
Tus manos fueron suaves en las mías
y sentí al tiempo la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.
Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca,una luz con los ojos.
ANTONIO GAMONEDA
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