miércoles, febrero 02, 2011

pasa cada cosa...

...«Ante ti, el alma decae y crece continuamente»,  dice Rumi. Como el vuelo de
los faldones de sus bailarines en la Sama.
No hay nada difícil: todo puede convertirse en difícil con la sola condición de
pensar en ello como “difícil”.
No hay nada hecho, no hay nada avanzado ni nada “superado”. Nada me será
evitado.
Lo digo con alegría, lo digo con pena, lo digo con miedo.
Todo esto no ha servido para nada, sino para haber existido, por sí mismo, como
un trueno, como cualquier otra cosa.
Otra vez, más adelante, me veré plantado ante una posible despedida, y no será
la segunda vez, será la primera, como la otra vez.
Y otra vez voy a tener a mi hijo delante, y a poder elegir entre hacerle caso o pasar
de él. Y eso sucederá sin tener en cuenta que yo haya estado enfermo -o si la mar -o si sus
peces.
Y otra vez voy a sentir el torbellino del alma decayendo y creciendo de
continuo, como los faldones de los bailarines; y a afligirme porque ahora se cierran,
¡ahora precisamente que estaban tan abiertos!, olvidándome de que yang sin yin…

E incluso a tirarme a la bobada, a dar la partida por perdida — ¡o a darla por
ganada! —.
Pero, me está resultando tan agradablemente fácil perder la cabeza…
Hoy en la siesta, me dejaba no sé cómo y era como caer flotando tiempo y tiempo, rotando
 (eso es); comprendía ciertos estados alterados, de dónde vienen, cómo están ahí suaves
suaves, ajenos a la percepción habitual, pero…

Es el viaje desde este mundo al mundo de los sueños,
y se practica rotando.

(en "Acompañándome d´aquí p´allí".   Artículo de Balbino Suescun. 
 Revista del Círculo Tradicionalista de Los Arcos, nº 74, pag 80. Gráficas Izarra, 1953)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Rodar y rodar, rodar y rodar...

Esther Gutiérrez dijo...

Gracias Francis, gracias siempre...