jueves, agosto 28, 2008

LA TANDA 3: Mencontré con Kekulé.

...la redacción de mi texto de química no avanzaba bien; mi espíritu estaba ocupado por otras cosas. Volví la silla hacia la chimenea y me hundí en duermevela. Ante mis ojos volaban los átomos. Largas olas variables se unen íntimamente; todas en movimiento, agitándose y girando como serpientes. Y, vean, ¿qué era eso? Una de las serpientes atrapó su propia cola y la imagen giró desdeñosamente ante mis ojos. Desperté como herido por el fogonazo de un relámpago. Ocupé todo el resto de la noche en trabajar en las consecuencias de la hipótesis... Aprendamos a soñar, caballeros".

Rodney Collin: El desarrollo de la luz, 2ª edición, 1983, Edit Luz, México. En la página 381 incluye esta cita, extraída de W.L.W. Beveridge, "El arte de la investigación científica", pag 56.

Quien habla es el químico alemán Kekulé, refiriéndose a las circunstancias en las que desentrañó la estructura -hexagonal- de la molécula del benceno. Es un relato tan clásico, tan utilizado, tan tópico en los textos acerca de los sueños, que ha sido un alegrón el encontrarlo en su forma original.

Así -se repite en mil artículos-, en una ensoñación, halló Kekulé una respuesta a algo que, abordado de otros modos, le había sido impenetrable.


Un poquito más atrás, el barón Corvo se disponía a escuchar a su Totó contándole "un eixemplo de cómo fechó Sancta María una mano a un su deboto en diffiziles circomstantzias". Chico y chica se sienten mutuamente atraídos, contra las opiniones familiares, y corren dichosos hacia el altar, pero él es hallado degollado en el camino casa a ella, y no hay otro sospechoso -ni pronto otra culpable posible- que ella. Un fraile amigo suyo se dispone a defenderla, y pasa días y noches investigando, buscando motivos y armas homicidas, revisando cada tallo de hierba del camino, y nada logra, y ha de pedir auxilio a la Maddonina. Y Ésta, feliz de poder ayudar a su fiel suplicante, Le envía la solución en alas de un ángel, y el fraile sueña minuciosamente cómo fué un carámbano de hielo el cuchillo que degolló al infeliz y después se evaporó y destruyó la prueba y regó la tierra.


Busco Kekulé en la Web, y aprendo que fué alguien crucial en el desarrollo de la Química orgánica. Contó esta anécdota 25 años depués de que le sucediese. Llevaba años estudiando los enlaces del carbono cuando aquella visión de una serpiente mordiéndose la cola le dió pié a desarrollar una teoría novedosa.

La cuestión es: El fraile y el químico aprovecharon una propiedad de los sueños, o, de -al menos- ciertos sueños: muestran Verdad. ¿O no?

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