sábado, diciembre 06, 2008

Punto Final unilateral al diálogo


Querido Usted:
me decido a aprovechar esa pausa que ha decretado el corazón para darme media vuelta y replegarme rumbo a mis cuarteles de invierno.
Prefiero escribirle esta carta. Así sé que dejaré dicho lo que quiero decirle, “sin mermas ni aumentos”, en la jerga del I Ching.

Aprecio la sinceridad y la entrega de su parte correspondiente en el reciente diálogo.
¿Aprecia usted lo mismo en mí?
No puedo estar seguro de que su defensa, necesariamente vehemente, le dejó la suficiente claridad como para escuchar lo que le dije.

Ante todo: sepa con toda certeza que yo no soy ajeno a sus planteamientos.
Pensé en cómo hacerle entender esto, y opté por leer el libro de Chatwin hasta poder imaginarme el paisaje en el que transcurría. Cuando creí haberlo logrado, cerré los ojos y me trasladé a una seca ladera, cubierta de matorrales; ascendía yo por ella a lo largo de un sendero. Dí rienda suelta a mi imaginación y , mirando al suelo, vi una pluma. Me agaché y la recogí. Segundos después, estaba en una tranquila habitación, rodeado de enciclopedias y provisto de lupa y microscopio. Así que pude ir descubriendo el mundo partiendo de aquella pluma.

Era una pluma parda, de pequeño tamaño, manchada de barro, comida por el sol y con los bordes de las barbas estropeados. Un chocíhn, concluí; un Troglodytes monticola, joven. Puesto que los chochines se aparean en otoño, deduje que aquel habría nacido el pasado Enero. El barro que lo manchaba requería de lluvias para haber salpicado así la pluma; una ojeada a las tablas metereológicas locales me informó de que en Mayo fueron las últimas lluvias en aquel territorio: aquella pluma estaba en el suelo desde antes de esa fecha... y así sucesivamente. Por otra parte, la lupa reveló larvas de mosca, y el microscopiolas colonias de ácaros, que me informaron... y así sucesivamente de nuevo... hasta obtener una suerte de onda creciente en el estanque terrestre, que abarcaba la comida que el dueño de aquella pluma ingirió durante el tiempo que pasaron juntos, y por lo tanto el ambiente en el que vivió, y la vegetación, y los insectos, y la composición de los suelos, y la historia zoológica y geológica, y la separación de Australia del continente original, y...

Entiendo que rodear cuidadosamente, insistentemente lo que se pretende describir es un eficaz método de descripción de la cosa en sí (el espacio de Oteiza, ¿no tiene algo que ver con esto?) Y comparto su admiración por los extraños seres oblicuos que intentan mil veces conocerlo todo a base de negarlo todo, de Chuang Tzu hasta el día de hoy. No discuto con usted sobre esto. No pienso distinto.
Me refiero a otra cosa.

Usted da cursos, ¿verdad? Y, algunos de esos cursos versan acerca de los sueños, de los sueños en la psicoteraopia, ¿verdad?
¿Cómo ve el escribir en un libro lo que enseña en esos cursos?
No quiero, de veras, que Enuncie Verdades Definitivas. Tranquilícese. De hecho, ni le creo capaz ni le creo capacitado para ello; eso sin siquiera considerar que está sencillamente desmotivado. Pero, poner ordenadamente, por escrito, aquello que sabe y enseña, ¿por qué no?
Para esto sí le creo capacitado. Está por ver si lo hará -lo que le convertiría en “capaz de hacerlo”-.
Ante esto sí que sopeso el que esté usted agarrotado por el miedo. O a punto de estarlo...
¿Va a decirme que nunca ha pensado en esto? ¿Está seguro de que nunca se ha visto a sí mismo -¿cómo decía Chatwin de Strehlow?- ¿ como “un autodidacta que anhelaba, simultáneamente la soledad y el reconocimiento público”? ¿No tendrá esto que ver, de alguna rara manera, con esa "sequía de espontaneidad" que en ocasiones siente usted que le está ganando?

Reserve para el Blog el sistema que se le ponga... allí. Considere la posibilidad de someterse a cierta disciplina y escribir un libro. Y escribir un libro. Y escribir un libro. Y escribir... un libro.

Decirle que sólo miro por su salud y por su bienestar es superfluo. Bien pensado, también es mentira. Deseo que usted me haga famoso, me forre los bolsillos de euros vendiendo libros y dando conferencias, y gane para mí una parcela de inmortalidad. Quiero que se luzca, que luzca y que yo me pueda lucir gracias a sus lucimientos. Y quiero regalarle, para estas navidadesn este reto, un reto duro, jodido, una cumbre que usted no ha hollado. Ese es el libro que quiero que usted escriba.
Como siempre, cuenta usted con todo mi desprecio...
Yo.
(PD: El pajarillo de la foto no es el mentado chochín. Es una Urpila. Vive en argentina y es símbolo de mansa soledad. Lo he hecho queriendo.)

5 comentarios:

Francis Elizalde dijo...

Vea USTED: El 28 de Enero de este 2008, y bajo el título de "hacemos con los sueños lo que hacemos con la vida", subí una cosa de Italo Calvino que era lo mismo que lo del chochín: Marco Polo muestra a kublai Khan el universo a través de las maderas de que está hecho el ajedrez en el que ambos juegan.

Anónimo dijo...

Aquello era de Calvino. Lo mío fué mío, nació en mí y brotó en mí. Cualquier día desautoriza usted un beso señalando que otro ya dió uno antes. Ya vé: A Calvino y a mí nos ha brotado unahoja parecida. ¿Habrá en alguna esfera un antepasado común?

Francis Elizalde dijo...

Lo habrá...
En cierto libro sobe el caos recogían un estudio que, de acra a comprender y explicar la estructura toda de nuestro universo cognoscible, valía la pena empezar por describir y estudiar cierto parásito intestinal de tal y cual termita de los desiertos de Australia -que reaparece aquí, para nuestra sorpresa-; de ahí podría alcanzarse al todo simplemente dejándose llevar por la complejidad continua de su estructura.

Anónimo dijo...

¿Y lo del libro, ¿qué?

Francis Elizalde dijo...

lIBROS, NO FALTAN.
...Tampoco sobran...
ya se verá.!.!.