miércoles, octubre 21, 2009

diálogos con mi paredro, .-1

+.- ¡A los buenos días!. ¿hay alguien por ahí?
*.- Sí, ya voy, ya voy... ¿Quien es ? ¡Vaya hombre, mi Alterego de toda la vida! ¡Pero cuantos tiempos sin verle por aquí! ¡Pase, pase, pase, pase, discutamos, peleemos, montemos trifulca! ¿Ha tenido usted ocasión últimamente de leer el Blog?

+.- Veinticuatro horas tiene , día a día, el día, y en cada una de ellas hay sesenta ocasiones demirar blogs, y eso, echando por bajo.
*.- Ya, esto, y, ¿ha empleado alguna de esas numerosas ocasiones en leer... ejem... el Blog?

+.- Sí.
*.- Bueno, pues dime algo.. algo acerca de lo que prefieras...

+.- Mucho poema
*.- ¿Sí? Tal vez sí... pero, ¿que tales poemas?

+.- Los poemas, muy buenos. De grandes autores. Pertinentes. Pero tu tarea, inaceptable. Pillas un poema, copias un poema, cuelgas un poema. No veo trabajo ninguno ahí...
*.- Bueno, los selecciono, los titulo, los ilustro...

+.- Momento, momento: a menudo, ni siquiera lo copia. Simplemente lo rastrea por Internet y con un dedito le da a seleccionar; con el mismo dedito, a copiar, y con el dedito antedicho, a copiar: ¡et voila!. Así ya ha añadido un nuevo post a su blog y un nuevo medallón a su orgullo.
*.- Ya, bueno, dicho así... y ¿algún comentario más?

+.- Demasiado de esa entidad siberiana, ¿Tartana Huevova?
*.- ¿Ah? Tatana. La llamo Tatana, Sueñova. Como Sueñoff, pues Sueñova. Detecto en su expresión, señor mío, una irritación desmesurada ante esta entidad de la que vengo echando mano tras el paréntesis vacacional de este año. ¿Celos, mon ami?

+.- Ajena me es esa emoción, mon enemi!
*. Me permito a mí mismo dudarlo.

+.- Como si se permite usted negarse a sí mismo...
*.- Tengo interés en volver a lo de los poemas. Y quiero utilizar como caso práctico este último de José Hierro que he seleccionado, la “canción de cuna para dormir a un preso”. ¿Qué tiene usted que objetar a esa elección?

+.- Nada tengo que objetar. Me parece un poema, todo un poema, y soy fans declarado de José Hierro, de quien, como se decía del cerdo, me gustan hasta los andares. Y sé bien -demasiado bien, créame- cuales son sus motivos para haberlo seleccionado, y qué ecos promueve en el laberintillo mental de usted, e incluso con qué siguiente poema cuenta usté con engordar “su blogs.”.
*.- ya, claro. Pero... ¿sería tan amable de permitirme que ahora explique todo eso yo por escrito en unos párrafos? ¿si no le es mucha molestia?

+.- Haga, haga: tenía yo como unas ganas de obrar y así me retiro al excusado y cuando ambos hayamos terminado, nos volvemos a juntar. ¡Espere a que yo desaparezca en el horizonte de sucesos para empezar!
*.- Bueno, pues ahora, de nuevo a solas, me traslado a mi sexto de Bachiller, al año del Caudillo de 1970, en el infame Colegio Diocesano Nuestra señora del Puy de Estella. Literatura española y universal, o algo así. Hacia el final del libro, este poema de la “canción de cuna para dormir a un preso”.
¿Cómo llegó a aquel libro este poema, qué pintaba allí? Tengo el claro recuerdo de leerlo y releerlo sin alcanzar a encontrar en él el menor sentido. ¿Peter Pan... en un poema? ¿ciervos verdes y niñas ciegas? ¿y ballenas ? Aquello no había por donde pillarlo. Pero era , claramente, distinto, y por distinto, “moderno” Aquello se acercaba a lo de García Lorca, que te soltaba toros de jazmín, saltos pavonados de delfín y cada cosa de lo más. ¿Donde estaba el ritmo? ¿porqué repetía una exclamación como “Ea, ea”?
Pero se alojó en mi memoria: no las palabras, no el sentido: el hecho, la cosa, un poema titulado “canción de cuna para dormir a un preso” y el nombre de José Hierro. Por entonces, yo no habría pensado en los 16 años de mi vida ni cuatro minutos en lo que fuese o supusiese la cárcel. Francisco Franco por las alamedas....
Y por años fui insensiblemente aclarando la bruma. Así, por ejemplo, supe que el poeta había escrito aquello estando él mismo en la cárcel, en la que ingresó en el 39.

Allí estuvo 5 años.
También con el tiempo aprendí que, si contaba bien las sílabas de los versos, me salía siempre 9; y supe que esa forma eneasílaba era la preferida por el poeta; y es ahora una forma que ya paladeo y reconozco; no tan recia como el octosílabo, más evocadora, más abierta. Leí más y más José Hierro y me sorprendí entendiéndole a la primera.
Y, soñando soñando, recordé aquella anómala página de un manual de literatura, y decidí compartir mi memoria y su poema. Busqué una foto de la cárcel de Santoña y aún sumé una viñeta de una mazmorra. Y lo publiqué en el Blog.

Algún comentario? ¿Eh? ¡Eh!, ¿donde se ha metido?

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