... me contaron
"Me desperté jadeando y con el corazón a cien. Como cuando me despierta una pesadilla, solo que esta ez no había pesadilla....
El jadeo venía de un sollozo. Estaba abrazando a un hermano,con ganas de abrazarle, primero fuerte, y enseguida muy fuerte, hasta que eso se convertía en que los dos nos abrazábamos, y de la intensidad de ese abrazo nacía en mí un sollozo mientras me dejaba ir.
Ese llanto nacía directamente de una larga retención, de una larga espera, de una prolongada paciencia, de una actitud de fé, de apoyo, sostenida contra todo y contra todos, durante mucho tiempo y además calladamene. Ahora, por fin, las palabras de mi hermano cerraban el paso definitivamente al crecimiento
del mal. "¡Ha valido la pena!" -venía a decir, aunque fuese sin palabras- "¿Veis, veis todos como sí que valía la pena? ¿Cómo valía la pena confiar, en él, en nuestra manera de entender las cosas? ¿Veis que ni la costumbre, ni el desgaste de las exigencias de este mundo mundano han terminado con lo que es esencial? ¡No quiere, no quiere, lo ha dicho bien claro: N O Q U I E R E, es libre¡ ¡Me alegro tanto por tí, hermano, me alegro tanto por el papá y por la mamá, me alegro tanto por mí mismo, por haber mantenido esa chispa de decencia que decían que solo era cabezonería..
Fué algo intenso como una pesadilla, pero su motor no fué el miedo, sino el amor.
¿Que si lo relaciono con algo de mi vida presente? Pues lo cierto es que no. Todavía no . Me sucedió en un momento de mucho agobio laboral, y parecía algo así como un argumento mediante el que poder llorar un rato y desahogarme, pero el llanto no se llegó a dar.
Voy a seguir mirando y si encuentro algo se lo cuento. Pero, por ahora, solo ha sido un sueño...
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