lunes, marzo 08, 2010

...y pensar que con el sueño damos fin al pesar del corazón... (Hamlet)


un poema de Amado Nervo, para la Zamakona...




Yo lo que tengo, amigo, es un profundo

deseo de dormir!... ¿Sabes?: el sueño

es un estado de divinidad.

El que duerme es un dios... Yo lo que tengo,

amigo, es gran deseo de dormir.



El sueño es en la vida el solo mundo

nuestro, pues la vigilia nos sumerge

en la ilusión común, en el océano

de la llamada «Realidad». Despiertos

vemos todos lo mismo:

vemos la tierra, el agua, el aire, el fuego,

las criaturas efímeras... Dormidos

cada uno está en su mundo, en su exclusivo

mundo: hermético, cerrado a ajenos ojos,

a ajenas almas; cada mente hila

su propio ensueño (o su verdad: ¡quién sabe!)



Ni el ser más adorado

puede entrar con nosotros por la puerta

de nuestro sueño. Ni la esposa misma

que comparte tu lecho

y te oye dialogar con los fantasmas

que surcan por tu espíritu

mientras duermes, podría,

aun cuando lo ansiara,

traspasar los umbrales de ese mundo,

de tu mundo mirífico de sombras.



¡Oh, bienaventurados los que duermen!

Para ellos se extingue cada noche,

con todo su dolor el universo

que diariamente crea nuestro espíritu.

Al apagar su luz se apaga el cosmos.



El castigo mayor es la vigilia:

el insomnio es destierro

del mejor paraíso...

Nadie, ni el más feliz, restar querría

horas al sueño para ser dichoso.

Ni la mujer amada

vale lo que un dormir manso y sereno

en los brazos de Aquel que nos sugiere

santas inspiraciones. ..

«El día es de los hombres; mas la noche,

de los dioses», decían los antiguos.


No turbes, pues, mi paz con tus discursos,

amigo: mucho sabes;

pero mi sueño sabe más... ¡Aléjate!

No quiero gloria ni heredad ninguna:

yo lo que tengo, amigo,

es un profundo deseo de dormir...




1 comentario:

Paul dijo...

El sueño traiciona la noche.