-“Eso no lo había considerado, es algo nuevo para mí. No voy a intentar ser ingenioso. Prefiero reposarlo, darle tiempo. Adiós, señor Borges”. Y me he despertado. Eran las 7.15 de la mañana, y así ha terminado mi último sueño de esa noche. (24 de Marzo)
Me encontraba en una biblioteca, pensando y buscando algo. Entonces, le veo, a mi lado: anda a cuatro patas: no de rodillas sino como un perro. Es mayor y su cara me resulta reconocible de inmediato. Se ve que es ciego, pero en su fachada, por así decirlo, porque me mira y busca libros y lee con toda normalidad. Me dirijo a él sorprendido, “señor Borges”, y él está hablando, primero para sí y después en diálogo conmigo. -“Escribo ocho horas todos los días"
-¿ocho horas? ¿cada día?
-ocho horas, sí. Cada día. –y se abstrae, y murmura
-¡ocho horas! –y se me despierta la admiración y reflexiono: "claro, cada día, y ... a ocho horas diarias, seguro que escribirá de todo... eso es un oficio, un verdadero oficio".
-ocho horas, cada día. Siempre.
-¡y con qué resultados! Escuche: antesdeayer, precisamente, estaba pensando algo y la respuesta que perseguía estaba en un pensamiento suyo toda entera, y dicha con la máxima concisión. Quiero decirle, Borges (le apeaba el tratamiento, porque él no mostraba ninguna señal de incomodidad, yo había pasado a formar parte plena de su estar en aquel momento) lo muchísimo que disfruto con esas cosas que usted escribe. Y claro, tantas horas, tantos días, explican esa variedad, esa capacidad de diversión inagotable... Lo que tengo que hacer yo es... (escribir más, iba a decir, pero soy interrumpido)
-lo que yo tengo que hacer es más café.
-¿más café?
-para la segunda traducción... al argentino
-(o sea que el tío reescribe cada artículo: lo piensa, le da forma en castellano y luego lo pasa al argentino. Por eso nunca encuentro localismos en su obra, eso de ché, pasáme la guita... Voy a decirle que leerle me encanta) . Pues sus esfuerzos me han hecho sentir placer tantas veces...
-sí, pero –y se autocita con gesto de repetir lo mismo por centésima vez”- yo, que a tanta gente he llevado a la felicidad, no alcanzo a ser feliz...
-(un impulso de piedad, y una ocasión de oro de hacerme admirar siendo ingenioso; una microvacilación y le suelto:: “ya sé porqué no es usted feliz. Porque es usted la única persona de este mundo que no puede leer a Borges. Nosotros , en nuestros días, tenemos la espera de algo nuevo de Borges, y eso nos alegra la vida. Yo, de tanto en tanto, leo algo suyo y me espabilo, me asombro, disfruto. Pero usted, sólo usted, no puede esperar que Borges le sorprenda, leer a Borges... porque sus escritos, usted se los sabe, ¿no?
-sí, sí, “hasta la última guinda” (sic).
-pues eso, que usted...
.....y entonces, Borges dice algo, algo que no consigo recordar, y yo me detengo. No sé si ha respondido exactamente a lo que le digo, pero en todo caso, me sorprendo. “eso no lo había considerado –digo- es....” Y se acabó.
Haber soñado un encuentro con Borges, me parece un chiste fácil. El propio Borges cuenta no pocos sueños, y al menos en uno, sueña consigo mismo Tal vez soñara alguna vez conmigo, pero o bien no me reconoció o no lo juzgó tan interesante como para ponerlo por escrito. (ESTE sí que es un mal chiste!!!)
Pero ha sido mi sueño de hoy. Es lo que hay.
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