

EL SOÑAR, LOS SUEÑOS
Asunto solucionado: Sí que hay Senoi. Sólo que en las antípodas, en Sudamérica. Y esta vez no lo dice ningún intermediario, no hay problemas con los etnógrafos ni con los traductores: lo afirman, como vemos, ellos mismos. Se acabó la discusión: llegó el Sarakayu y mandó a parar!
Todos de acuerdo. Todo termina encajando, dibujando un sueño, lleno de pasión, y de contradiciones, un fractal donde cada punto repite la estructura de la totalidad. Senois y viajeros y buscadores y competidores. Todos escriben, todos exploran, todos afirman haber encontrado algo, todos ( y yo incluido). Trenzándose, buscándose, aliándose, enfrentándose... No se trata de la verdad de "si Senoi sí o no", se trata de esta verdad dinámica, tejida entre todos los innumerables actores y los numerosos protagonistas.
Ninguno, en ningún caso, ha dicho nada malo acerca de los Senoi; todos se sintieron agusto y bien recibidos entre ellos. Todos reportaron la gran importancia de lo onírico en su -y en nuestra- vida cotidiana. Todos les ven como un pueblo pacífico e interesante, y dicen que "tiene mucho que enseñarnos": va a resultar que "eso" no se originaba en su estilo de abordar los sueños: ¿tal vez en eso de que se niegan a enseñar nada a sus hijos, esa consideración de lo pedagógico como potencialmente yatrogénico?
Coinciden todos en mucho, pero... algunos dijeron haber presenciado algo, quienes le siguieron no dieron con ello.
(Personalmente tiendo a aceptar las posturas más escépticas: su defensa es infinitamente más consistente que la de los Verdaderos Creyentes. Veo aspavientos ineficaces en Strephon, y solidez en Domhoff, pero me disgusta de este último su constante denuncia de fraude hacia Carlos Castaneda, sus aires de triunfador en lo que más bien ha sido un exégeta; su paternalismo para con el Movimiento californiano de los 70, su afirmación de que amó América y el espíritu americano... hasta que llegaron los marxistas (!!!) )
pero qué más da, qué fenómeno ante el observador, un despliegue hermoso de un manto de voluntad de conciencia; un mito que nació tal vez de aquel sueño de un muchacho con un coyote, que adquirió vuelo años después y estuvo en reposo y germinó como las habichuelas mágicas, y adquirió un matiz benigno en el camino, hablando de autoconocimiento, de la posibilidad de un autocontrol no represivo, de una sociedad orientada a las necesidades de sus miembros antes de a fluctuaciones de puro poder. Y se otoñó, y se amustió, pero ya había soltado sus esporas, ya empieza a ser planta frecuente.
Una sacudida en el tejido de la realidad, que diría un cursi. El fenómeno colectivo de transformación que señala el nacimiento de un mito.
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.+ ¿Comenzaste a tener sueños lúcidos después de haberlo leído o ya te era familiar esta experiencia?
.* Yo tuve la gran suerte de tener mi primer sueño lúcido a los diecisiete años. En ese sueño yo estaba en un cine en el que se proyectaba una película de dibujos animados digna de Dalí. En un instante, me vi sentado en el centro de la sala y supe que estaba soñando. Miré hacia la salida, pero, como no era más que un adolescente carente de toda cultura espiritual o psicoanalítica, pensé: “Si cruzo esa puerta, entraré en otro mundo y moriré”. ¡Y entonces sentí pánico! Mi única salida era despertarme, entonces hice enormes esfuerzos por salir del sueño hasta el momento en que sentí que subía desde las profundidades hacia mí cuerpo, que parecía estar situado en la superficie. Me reintegré a mi envoltura y desperté. Fue mi primera experiencia, y la sentí francamente aterradora. A partir de entonces, empecé a familiarizarme con el sueño lúcido.
¿Cómo puede uno estar seguro de que está soñando? Al fin y al cabo, yo también podría decidir ahora, mientras hablamos, que estoy soñando...
Al comienzo yo hacía una comprobación. Me apoyaba con las dos manos en el aire, como en una tabla invisible, y me daba impulso. Si ascendía era porque estaba soñando. Luego hacía unlooping y me ponía a trabajar en mi sueño
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.+ Entonces, puede decirse que la práctica del sueño lúcido consiste en montar un acto dentro del contenido onírico. ¿Se puede ir más allá del sueño lúcido?
.* Sí; es posible pasar a lo que yo llamo el sueño terapéutico, dentro del cual la lucidez es utilizada para curar una herida o consolar de una carencia que se experimenta en el estado de vigilia. Te citaré cuatro ejemplos de mi cuaderno:
Me encuentro en compañía de Teresa, mi abuela paterna, a la que, por desavenencias familiares, no tuve ocasión de conocer. Es una mujercita de contextura gruesa y frente ancha. En el sueño, me doy cuenta de que, en realidad, no nos conocemos, que nunca nos hemos hablado, que no hemos paseado juntos ni una sola vez. Le digo: "¿Cómo es posible que tú, mi abuela, nunca me hayas tenido en brazos?" Comprendo que esto es una falta de tino y rectifico: "Mejor dicho, ¿cómo es posible, abuela, que yo, tu nieto, nunca te haya dado un beso?" Le propongo dárselo ahora y ella acepta. Nos abrazamos y nos besamos. Despierto con un nítido recuerdo del sueño, contento de haber encontrado este arquetipo familiar".
Estatua de Naraathu en los lugares donde vivió.
Gracias a la cerca de espinos, se mantiene inmóvil.
Si esta desapareciese,
el buen sabio, empujando su bola de piedra,
muerto y todo se dirigiría a la cumbre del monte
para, una vez más, deleitarse con el prodigio
de lo rápido que baja la cuesta
con lo lento que la asciende...