En Lausana, a 25 de octubre de 1757
En uno de mis sueños, estaba comiendo con el señor Tourón, que componía las palabras y la música de los versos que nos cantaba. Soñando le dediqué estos cuatro versos:
Mon cher Touron, ¡que tu m´enchantes
Par la douceur de tes accents!
Que tes vers sont doux et coulants!
Tu les fais comme tu les chantes.
Querido Touron, ¡Cuánto me encantas
Con la suavidad de tus acentos!
¡Cuan dulces y fluidos son tus versos!
¡Los haces como los cantas!
En otro sueño, recité el primer canto de la Enriada de forma muy distinta a como es. Ayer soñé que nos declamábamos versos mientras cenábamos. Alguno pretendía que había demasiado ingenio. Le respondí que los versos eran una fiesta que se daba al alma, y que en las fiestas tenía que haber adornos.
Así pues, soñando he dicho cosas que apenas habría dicho despierto; tengo por tanto pensamientos y reflexiones a pesar mío, y sin que me quepa responsabilidad ninguna. No tenía libertad ni voluntad; y sin embargo combinaba ideas con sagacidad, e incluso con cierto ingenio.
¿Qué soy pues, sino una máquina?
(Voltaire según Voltaire. Edit Laia, Barcelona 1983)
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