
“El trescientos millonésimo cumpleaños de De Kooning”, en “Si”, Salvador Dalí, Edit Ariel, 1977).
EL SOÑAR, LOS SUEÑOS




se consuma la velita, y cuando la linterna se apaga, la boda está hecha.


“no sólo está compuesta por los nombres de Dios sino que en realidad constituye en su conjunto el único y sublime nombre de Dios”.



Bellos. Preciosos. Tranquilos. Enormes, coloreados: un regalo para la vista. Y para más que la vista, porque suavemente el viento apenas fresco, el movimiento de la corriente, la luz de la tarde y la llegada de los peces se sumaban en forma de una sensación para la que he encontrado la palabra justa: deleite. 
*.- Ya, ya veo... Y, ¿alguna otra con una perspectiva... no sé, digamos... ¿no tan genito-urinaria?
+.- ¿Qué? ... ¡Ah!, sí, perdón, sí, ya, ahí van, en qué estaría yo pensando...


*.- ¿Y eso qué es?
+.- Es una escultura en pleno campo, de un artista alemán llamado Wolf Vostell. Fundó el movimiento Fluxus de acción artística, y vivió hasta su final junto a estos pedruscos. Él logró que aquel lugar se declarase "paraje natural", y lo adornó con imágenes tan oníricas como esta de la fregoneta empotrada. Lo de encima son Ana, la novia de uno, y Unai y Nerea, cuyo soy el padre.

Y Este conjunto, que se ve al fonde en la foto anterior, recibe el nombre de "el tesoro. Y también está coronado por antiquísimos nidos de cigüeña.
Aprovecho la ocasión para dejer un enlace a un vídeo sobre el lugar, con música marchosa y vista de las esculturas. http://www.paseovirtual.net/losbarruecos/
al fondo de todo lo que presento; y porque , de entre la variadísima fauna de artistas que pueblan el libro -pintores, escritores, músicos, filósofos y gentes de teatro- , Hugo von Hoffmanstal es uno de los más fascinantes; y también este verano me he leido -y releido- su Carta de Lord Chandos a Francis Bacon...
He leído cien veces -la última, aquí http://jovialiste.blogspot.com/2007/03/el-descubrimiento-del-benceno-el-dragn.html - de , relaciones enre los símbolos que vió el químico y el Ouroboros, la sierpe que se mueve la cola. Pero, me digo yo, un mitólogo hubiese visto en aquellas formas anulares Ouroboros; una pescatera, ¿no habría visto suculentas pescadillas?
Y sólo Kekulé, que llevaba años pensando en moléculas de benceno, vió... moléculas de benceno, claro.