miércoles, septiembre 03, 2008

La Tanda 6

"¿Sirven los sueños?
...pero, ¿qué sirve? ¿qué sirve... a qué? y ¿qué es "servir"?

Decimos los humanos, (al menos algunos humanos, al menos algunas veces), que los sueños sirven
queriendo decir "de los sueños, obtenemos ganancias"

Escuché en el Planetario de Iruña una historia: allá por el mil trescientos, estalló una supernova, tan brillante que su luz se pudo observar aún de día.

Aquel rey había estado alojado en el monasterio de Leire y se volvía para casa cuando aquello se hizo visible. Volvió atrás y habló con el abad. "¡Señal del cielo!", le dijo este, "id a la batalla sin dilación, Dios os está apoyando". Y así hizo el rey, y su ejército fué derrotado por el de su rival, quien, tan pronto vió la supernova y recibió la confirmación de sus propios abades de que Dios estaba de su lado, se puso en marcha buscando la batalla. ¿Qué clase de criterio es aquel hecho a posteriori que dice que el presagio sirvió a este y no sirvió al otro?

¿Cómo reconocer un "servir" que no esté condicionado a los términos de "logro" y "fracaso"?

Uno de mis sueños estivales me presentaba entrevistándome con una familia esquimal, y todo era estupendo, todo iba por el sendero ancho, y yo recibía de ellos ánimos y seguridad; y al final, aparecía la abuela de la casa, sacando su cabecita por entre sus corpulentos parientes, y se parecía a aquel personaje de Doctor en Alaska llamada Marilyn, la imperturbable y certera enfermera inuit; y sonriéndome me decía: "Y no cometas excesos".
"¿Cómo que que no cometa...?" "No cometa excesos, me volvió a decir. Y no me quedó lugar para la duda: aquello era un consejo, pero equivalía a una orden. Así que me apresuré a desobedecerla, y coseché una noche de indigestión e inquietud. Y, ya, pasé a ser obediente. La abuelita esquimal había decidido por mí. El sueño me sirvió...

Y recordé la frase final de la Fábula de Venecia, y encontré la reliquia del cuento del Barón Corvo, que contaba cómo, en casos de exrema necesidad, pedir sueños suele lograr sueños.

Y escogí las fotos de los barruecos; a mí me parecieron claramente sexuales, ¿no? una grupa femenina y un falo erecto, pero eran solamente piedras, sin más, no eran nada; solo yo, con la mente masculinamente calenturienta a mitad de verano, ví sexos maduros. Sólo yo veo , de entre los millares de elementos/momentos de cada uno de mis sueños, ciertas viñetas/símbolos; y lo de Kekulé me pareció ejemplificar a la perfección todo esto.


He leído cien veces -la última, aquí http://jovialiste.blogspot.com/2007/03/el-descubrimiento-del-benceno-el-dragn.html - de , relaciones enre los símbolos que vió el químico y el Ouroboros, la sierpe que se mueve la cola. Pero, me digo yo, un mitólogo hubiese visto en aquellas formas anulares Ouroboros; una pescatera, ¿no habría visto suculentas pescadillas? Y sólo Kekulé, que llevaba años pensando en moléculas de benceno, vió... moléculas de benceno, claro.


¿Estaría , pues, autorizado a decir que no hay significado en un sueño, sino en un soñador?

pero, entonces, ¿qué decir de aquellos sueños como el mío jacobeo, que iluminan no sólo lo ya vivido, sino incluso, de algún modo que mi razón se niega a aceptar, lo por vivir?
(continua...ré).



1 comentario:

Anónimo dijo...

Observo que ya se reflexionó en este Blog acerca de la costumbre de morderse la cola y de sus posibles explicaciones; fué de la mano de don Augusto Monterroso, en la entrada http://anochecuandodormia.blogspot.com/2007/10/la-cantidad-me-dispone-pensar.html
ahí queda eso.