En Hama, ciudad de la actual Siria, existió -nos informa nuestro corresponsal en Caprobana, Al-Baró Al-Cunqueiro- una tradición de boticas con sus correspondientes singularidades. Estamos hablando de los siglos XV al XIX; hay que pensar que todavía no se había inventado ni siquiera la Bicicleta, por lo quue los viajes eran largos, pedestres y raros, lo que favorecía la existencia de tradiciones locales muy, digamos, locales. Así, muy local, era aquella enraizada tradición.
El arte de curar catarros, enfermedades del pecho y los diversos vértigos poniendo al enfermo en un columpio, y columpiándolo, ya sobre arena, ya sobre campo de hierbas de olor o medicinales, ya sobre agua, según la dolencia que debiera ser curada, nació y se estudió allá, en Hama.
A lo que vamos: que entre los remedios de aquella botica se encontraba un alínea de intérpretes de sueños: Todos ellos iranís y todos ellos ciegos, cegados ritualmente “con un hierro en forma de serpiente al rojo vivo”. Aquellos ciegos, a más de intérpretes avezados, eran ellos mismos soñadores, y tenían el arte de vender a otros sus sueños. Lady Stanhope, una inglesa residente, nos cuenta en sus memorias que compródos o tres de esos sueños, y que os usaba a voluntad.
Algunos soñaban sueños de esto y otros de aquello, en general, de acuerdo a la edad del intérprete: los más jóvenes usaban sueños más vigorizantes, y los más ancianos, soñaban con amigos y con comilonas... Uno se especializó en sueños de gloria: a él le compró el sueño Abdullah, el rey hachemita del Jordán. Era el sueño titulado” Sueño del malik vestido de seda”, y a él achacaba sus triunfos mundanos cuando, años más tarde, fué elegido vicepresidente del Parlamento turco.
Los intérpretes de sueños precisaban de revisiones periódicas y cuidados especiales para dar buenos resultados. Así, necesitaban ser purgados en la luna nueva. El boticario principal soplaba en la nariz del intérprete cierta solución “a la vez aérea y acuosa, de la que nada se sabe”, actuando de hecho cual si fuese un aerosol. El purgante era muy eficaz, y los excrementos salían perfumados. Tanto que si alguien que iba por un camino había de pasar cerca de la depuesta de un intérprete, lo notaba antes por el olfato que por la vista, y respetuosamente buscaba unas hierbecillas o unas hojas y las echaba encima. Y algunos paseantes se situaban a barlovento de los excrementos y se dejaban impregnar por su aroma, lo cual era muy bueno para la cura de urticarias y pruritos.
¿Mäs noticias de aquellas grandes boticas? Ahí las teneis, a porrillo!
http://descargas.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12826951997956071865402/019488.pdf?incr=1
3 comentarios:
no tendrá usted sabio anciano un sueño de esperanza con el que mirar el presente?
te contesto en el próximo capítulo. öjala te guste.
Gracias por escribir
Francis
Hermosa cosecha del exboticario de Boticavieja
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