Pedro Linares muere en 1992 llevándose consigo el reconocimiento por su gran contribución al arte popular mexicano con su invención de los "Alebrijes". Se fue como uno más de los grandes y con la satisfacción de haber logrado la realización del sueño que una vez casi lo deja cautivo.
..." mi abuelo estaba enfermo a la edad de 30 años. Nadie pudo ayudarle porque los avances medicos no estaban disponibles para los mexicanos pobres. Sus hermanas trataron de ayudarlo, pero no tuvieron exito y sólo podían rezar.
Mientras él estaba en cama, inconciente, soñaba un lugar, un extraño e interesante lugar, algo como un bosque, donde había árboles, animales, nubes, cielo, rocas, etc.; mi abuelo decía que todo estaba en calma, que no sentía dolor y estaba feliz de estar caminando en ese lugar.
Primero había que pasar bajo una enorme campana que pendía quién sabe de dónde, tan voluminosa que su sombra cubría desde el mercado de Sonora hasta el zócalo (en el D.F.: una distancia de tal vez 2 kilómetros), en compañía de otros desventurados que también avanzaban sin mirar a izquierda o derecha sudando frío, esperando que en cualquier momento la enorme mole de bronce empezara a sonar y el monstruoso tañido los desbaratara.
Después había que recorrer un estrecho sendero de piedra, tan angosto como un lápiz, con insondables abismos a ambos lados y tan largo que no se le veía final: unos trataban de caminar como equilibristas en el alambre, pero a los pocos pasos caían al abismo; y otros, los menos, optaban por sentarse en el filoso sendero de piedra, una pierna a cada lado, y deslizarse penosamente, aferrados a la roca con muslos y manos.
Gracias a ello pudo llegar con vida al otro lado del precipicio, donde empezaba el Llano de los Alebrijes.
Después había que recorrer un estrecho sendero de piedra, tan angosto como un lápiz, con insondables abismos a ambos lados y tan largo que no se le veía final: unos trataban de caminar como equilibristas en el alambre, pero a los pocos pasos caían al abismo; y otros, los menos, optaban por sentarse en el filoso sendero de piedra, una pierna a cada lado, y deslizarse penosamente, aferrados a la roca con muslos y manos.
Gracias a ello pudo llegar con vida al otro lado del precipicio, donde empezaba el Llano de los Alebrijes.
Linares no conocía a estas criaturas de formas satánicas y carne como de hule transparente, que brincaban bajo la niebla aposentada sobre el valle; pero aun antes de verlas las bautizó "Alebrijes" porque así, "¡alebrijeeeee...!, ¡alebrijeee! ", sonaba el grito que los extraños seres lanzaban a coro, como lobos mirando a la luna.
El cartonero de la Merced logró escabullirse por entre los tentáculos de los alebrijes gracias a las 2 muchachas vestidas de blanco que recorrían el paraje tomadas de la mano, como impulsadas por la brisa, sus pequeños pies desnudos acariciando apenas la capa de niebla acumulada sobre el terreno;
—Mira, algunos no se han muerto —dijo una de las niñas. Entre ambas levantaron al postrado Linares y le indicaron el camino a seguir.
Sin mirar atrás, el cartonero descendió a tropezones una pronunciada pendiente, entró a su casa, se tendió en la cama y cayó en un sueño tan profundo como catalepsia. El hombre no sabe cuánto tiempo permaneció así; un día se levantó, semiciego, tan débil que no podía hacer otra cosa que pasarse las horas sentado al sol, a la puerta de su casa. Parecía un anciano y su cuerpo olía a ceniza.
De repente, las rocas, nubes y animales se convirtieron en cosas extrañas, en una especie de animales, pero animales desconocidos. Él vio un burro con alas de mariposa, un gallo con cuernos de toro, un león con cabeza de águila y todos estos animales gritaban una sola palabra, la palabra era: "Alebrijes", cada animal gritaba más y más fuerte: "¡Alebrijes, Alebrijes, Alebrijes!" .
—Mira, algunos no se han muerto —dijo una de las niñas. Entre ambas levantaron al postrado Linares y le indicaron el camino a seguir.
Sin mirar atrás, el cartonero descendió a tropezones una pronunciada pendiente, entró a su casa, se tendió en la cama y cayó en un sueño tan profundo como catalepsia. El hombre no sabe cuánto tiempo permaneció así; un día se levantó, semiciego, tan débil que no podía hacer otra cosa que pasarse las horas sentado al sol, a la puerta de su casa. Parecía un anciano y su cuerpo olía a ceniza.
De repente, las rocas, nubes y animales se convirtieron en cosas extrañas, en una especie de animales, pero animales desconocidos. Él vio un burro con alas de mariposa, un gallo con cuernos de toro, un león con cabeza de águila y todos estos animales gritaban una sola palabra, la palabra era: "Alebrijes", cada animal gritaba más y más fuerte: "¡Alebrijes, Alebrijes, Alebrijes!" .
El sonido era terrible, era muy ruidoso, tan ruidoso que mi abuelo no fue capaz de permanecer por más tiempo en aquel lugar y de repente le dio un terrible dolor de cabeza y corrió por un camino de piedras en donde un hombre caminaba. Mi abuelo pidió al hombre, ayuda para salir de aquel lugar. El hombre le dijo a que él no debería estar en ese lugar todavía y que tenía que caminar más adelante y a unos cuantos metros, había una salida. Mi abuelo corrió y corrió hasta estar enfrente de una ventana estrecha, entonces mi abuelo pasó por esa ventana y en ese momento despertó.
Su familia estaba muy feliz porque ellos pensaron que nunca se recuperaría.
Su familia estaba muy feliz porque ellos pensaron que nunca se recuperaría.
Cuando mi abuelo pudo salir de cama, empezó a recordar su sueño y quería que su familia y todas las personas conocieran a esos animales, asi es que tomó un pedazo de papel y moldeó esas figuras que vió. Después los pintó como los vió en su sueño. Después mostró su trabajo a mucha gente, mexicanos y extranjeros, y fue invitado a USA y Europa para exhibir sus "alebrijes".
Mi abuelo trabajó de 7 a.m. a 11 p.m. todos los días, hasta un día antes de su muerte. PEDRO LINARES LOPEZ murió el 26 de Enero de 1992 a la edad de 86 años.
Mi abuelo trabajó de 7 a.m. a 11 p.m. todos los días, hasta un día antes de su muerte. PEDRO LINARES LOPEZ murió el 26 de Enero de 1992 a la edad de 86 años.
Pedro Linares comenzó como un artista "cartonero" que vivía muy cerca del corazón de la Ciudad de México, en el barrio de la Merced Balbuena (atrás del Mercado Sonora), fabricando máscaras, piñatas y muñecos de Judas para festividades locales y en otros estados de la República Mexicana.
En 1936, Linares tuvo ese sueño donde vio animales con extrañas figuras y colores, con alas, cuernos, colas, colmillos y demás
En 1936, Linares tuvo ese sueño donde vio animales con extrañas figuras y colores, con alas, cuernos, colas, colmillos y demás
Los extraordinarios monstruos de cartón tan preciados por coleccionistas y decoradores nacieron aquel día.
Espectacular es el adjetivo más propio para describir y dar cuenta de la imagen y rara belleza de un Alebrije. Imaginación infinita, manos que interpretan sueños, fantasías, voluntades escondidas. Papel y tintas que le dan su extraña figura.
(artículo de Corta y Pega a través de mil páginas).
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