viernes, mayo 15, 2009

Teología, teleología, onirología...

Friedrich Van Junz, uno de los heresíacas más acreditados de la Bundesliga, escribe lo siguiente en su "Unerträglichen Kulten"

-"Estoy leyendo las palabras del Evangelio de Marcos 4:3-9. Dijo: «Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar, y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno". Estoy profundamente convencido de que el Evangelista quería hablar del mundo y de su propia cosmovisión, de corte panteista.



La explicación de esta parábola se puede obtener comenzando por el final: "Una parte de la siembra cayó en "buena tierra" y rindió 30, 60, 100 por uno: es la pequeña porción de los bienes del mundo que el hombre aprovecha directa,mente para sí. Otra parte cayó entre espinos, y no dió fruto: sin embargo, dió sombra a distintas especies de plantas crasas y de gusanos poliquetos. Otra parte, cayó en pedregal, enraizó y no cundió más, y esta parte retuvo la humedad de la noche entre sus ramas secas y los guijarros, y contribuyó no poco a la conservación y la transformación de la flora local. Y otra cayó junto al camino y alimentó a las aves tal y como hubiese sucedido si la intervención humana no hubiese almacenado en silos y a salvo de las aves los granos de la cosecha anterior; y así pudo seguir el ciclo de la vida. Porque yo os digo, zoquetes discípulos, que el provecho del hombre es el provecho del mundo, ¡Pero no sólo el provecho del hombre es el provecho del mundo! Porque yo os sigo diciendo: Dios creó el mundo para el provecho de los hombres, ¡qué gran verdad!, ¡Pero también para el de los gusanos poliquetos, las aves esteparias y las plantas crasas del desierto palestino!".

Así en lo soñado. Una parte cae en una zona atenta, y el soñador la retiene y la incorpora en sí mismo tal y como hace con las palabras que escucha de su madre o de su amiga, y a veces sopesa su día a día a la luz de aquello que recordó, y otras veces vé de pronto en el mundo los mismos signos que viera en soñando, y con eso se crece y se alimenta, aunque a veces se amedrenta y hasta se guarece de asuntos que no llegan a pasar; pero esta parcela, que rinde al 30, al 60, al 100, no es sino una porción del grano. ¿Y el resto?
El resto cumple su función, que no nos es comprensible.
¿Tiene función asignada ese graznido de gaviota que acabas de escuchar?
¿Y ese picor que la semana pasada mostraba tu perro buscándose con la pata en los flancos?
¿Y ese granito de azucar que se cayó de la cucharilla de tu hija, y el pelillo que le nace en el entrecejo a aquella abuela filipina?

Saber de si cumplen una finalidad o no, no parece ser algo que esté al alcance de nuestras entendederas. La Ley de Dios, dicen algunos.
¿Quieren decir algo los sueños repetidos? ¿Los sueños eróticos? ¿Los sueños en blanco y negro? ¿Los sueños aterradores?
¡Pues si quieren decir algo, ¡Coño, que lo digan!"

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