miércoles, mayo 21, 2008

sexo y asco en Las Vegas


<- ¿Y cómo le fué hoy?
*- Pues raro. hoy sé que me he pasado la noche bajo el palio de sueños enhebrados, y lo sé porque a las cinco me desperté

<- ¿A las cinco en punto de la tarde?
-*- Calle, calle, que estoy todo el día sincronicidad va, sincronicidad viene...

<- ¿Lo dice porque...
*- Lo digo porque anoche...

<- ¿cuando dormía?
*- no, no, anoche-anoche, buscaba en las "Memorias del señor de Schnabelewopski" de Heinrich Heine materiales para este Blog y ví la coincidencia completa entre un delirado poema allí incluído (Una balada que huele a azufre y termina cada estrofa con el estribillo "¡Señor Vonved, ponte en guardia!") y otro de Federico García (Lorca). Dice Heine en el último pareado "Luego parte en mil pedazos / entera el arpa dorada" ("luego" significa tras haber armado brutales escabechinas, culminadas con el asesinato de su mismísima mamá), y ¿no terminaba García su poema "Tamar y Amón", el del hijo del rey David, hermano incestuoso que desvirga a su hermana y huye a caballo, y entonces, se remata el poema diciendo que "... David, con unas tijeras / cortó las cuerdas del arpa?" Y ahora me sale con esas "cinco de la tarde... tan lorquianas...

<. pues vaya... en fin, me cuente el sueño
* lo que vaya recordando: estaba / estoy en Las Vegas, cumpliendo un papel no muy lucido, y hacia el final...

<- ¿"No muy lucido como qué?
*- No muy lucido, como de comparsa, como sin ningún brillo, a eso me refiero. No tiene que ver con el episodio en el que me dirijo a la pequeña cocina dispuesto a mamársela a un conocido, hasta que me encuentro con que está con otros tres amigos suyos charlando, y, la verdad, arrodillarma, sacársela y felarle ante os otros tres le quita el no mucho atractivo que tenía tal propuesta, así que les pido que se vayan y ya, de la misma, nos vamos los cinco a continuar la visita

<- oiga, y eso de la mamada, ¿significa algo para usted?
*- NO

<-¿no, de no?
*- NO. Sigo.

<- ¿seguro que...?
*- unos cuantos estamos en una especie de comedor, cutre. Noticias: una empleada ha sido pillada robando. comemos. Aparece la empleada, una chica joven y explica sus razones para el hurto. Ni el robo ni las razones despiertan mi interés. Entonces, un adulto que se parece a uno de esos actores argentinos nobles y hermosos (Luppi, por ejemplo), terminando de comer, da la señal para que se proceda a ejecutar a la chica. Me dice que vaya a buscar un cartón, con un gesto vago señalando al suelo. Me azoro. Le pregunto quién va a ser el verdugo: sin hablar, sin inmutarse, se señala a sí mismo.
Salgo al aire libre, con creciente sensación de angustia. Ha llovido, el suelo es un barrizal y cada cartón que encuentro es una pasta arrugada e inservible, y eso me alivia. ¿Por qué matarla? ¿No habrá otra solución menos salvaje? ¿Son estas la normas que rigen aquí? ¿Y si vuelvo y les digo que no he encontrado cartones? Pero, ¡qué poco eficaz me parece esa maña! sigo buscando, sin voluntad de encontrar, pensando si no sería mejor dar aviso a la dirección del casino, para que ellos vean de encontrar otra sanción... pero al mismo tiempo me cruzo con personal, con chicas uniformadas igual que aquella: todos tranquilos, rutinarios, ¡y el pseudo-Luppi se veía tan seguro, tan sin culpa, tan firme y tranquilo... callejeando así voy internándome en las instalaciones, ganando tiempo, rebuscando en lugares menos prometedorews en lo tocante a hallar cartones. Finalmente, un grupo de policías me echan el alto. Está decidido, les voy a contar todo. Y... despierto.

<. y ¿lo de la práctica bucogeni...?
*-NO. Pero este resto, sí. A primera vista, lo he dado por estéril: ruido onírico. Pero ha anidado en algún recoveco, y he terminado por contárselo a una amiga, y el gesto del Luppi y mi indecisión han formado un par polar. Que tiene que ver con una fase mía reciente de alta activación: y ese Luppi encajaba como puzzle bien resuelto con cierta despiadada dureza mía, y mis dudares con mis dudares consuetudinarios, y yo era ambos, y, al día de hoy, bien puedo decir que "así es mi vida".

<. Ya. ya, jolines, qué interesante, esa parte, porque ¿lo de...
*- NO.

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