Recurre muy a menudo a los sueños, y logra así un efecto de enloquecimiento en su aparente sensatez. Me recuerda un poco a Groucho Marx.
Ejemplo:
"Anteayer soñé que me encontraba en Italia y que era un arlequín multicolor que yacía indolente bajo un sauce. Las ramas que colgaban de este sauce eran macarrones auténticos y caían agradablemente todo a lo largo dentro de mi boca; entre este follaje de macarrones se deslizaban, en lugar de rayos de sol, verdaderos chorros dorados de manequilla; por último, caía de lo alto una lluvia blanca de queso de Parma rallado.
¡Ay! ¡Nunca se harta uno de macarrones soñados!"
H. Heine: Noches florentinas. Traducido por Carmen Bavo-Villasante. Edit Revista de Occidente.
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