En este sueño, por lo visto, tenía que extraviarme.
Algo me lo venía diciendo... por eso, al ir ascendiendo el monte, me fijaba bien en la ruta,
echando la vista atrás a menudo. Por lo demás, conocía sobradamente aquel paraje;
desde la infancia. Habría subido allí más de veinte veces. El día era claro. Y estaba en compañía de amigos.
Al coronar ( se tuerce tras un espolón rocoso de unos metros de alto y se llega a una pequeña pradera de altura adornada por algunas otras rocas), sentí la inminencia de eso, de que iba
a quedarme solo y aislado en un momento. Y algo, una forma ligera de conciencia,
decidió por mí -pero, estoy seguro, totalmente de acuerdo “conmigo”-, que no, que no tenía ningun deseo de quedarme solo. Y me hizo mirar hacia el camino, el tan conocido camino
por donde había venido, y a mis acompañantes, y me dije confiado que perderme
era algo que no me iba a ocurrir.
Y entonces, llegada de mi mismísima máquina de generar imágenes oníricas, llegó una tormenta. Con nieve. ¿ Con insuficiente nieve, acaso? Pues con más nieve!. Y como pensé
por un segundo que la nieve solo cambiaba el aspecto del paraje pero no me impedía orientarme, llegó una niebla furiosa; y por pensar en mis acompañantes, la nieve se los tragó; y por si fuera poco, una ventisca desmesurada creó en un momento farallones de nieve allí donde los había de roca, y ya entonces admití que no tenía salida: estaba extraviado y solo.
Así que, en cierta forma, me eché, en mi sueño, a reir... y me refugié en la oscura gruta que, oportunamente, había yo habilitado a tal efecto.
Después, nada sucedió de extraño. Encontraba leña y lumbre, encendía una fogata que daba calor sin deslumbrarme, descansaba allí adentro largo rato, y pasado el lapsus necesario, me incorporaba y me disponía a irme, y al hacerlo metía ruido y mis compañeros, que estaban -sorpresa- durmiendo en camas al fondo de la misma gruta se enfadaban conmigo por ruidoso y desconsiderado.
He aquí un sueño de la misma tribu que el que referí en "Rebelión a bordo". *Sé que algo va a suceder .* Continúo haciendo lo que estaba haciendo, con ese "saber" incrustado en mi mente. *Opto por cambiar el final. *Algo también opta solo que por lo contrario . *Viendo la jugada, me admiro y me sonrío, y sigo el juego.
¿Cuantas instancias funcionando simultáneamente puedo ver en estos quehaceres? A ver: Una que tiene una fuerza de fondo: la que decide que voy a extraviarme -y en el otro sueño, que voy a salir indemne-. Otra que interviene con una intención reactiva -no me perderé, me atraparán-. Otra que observa la actividad y se encarga de retenerla. Es suficiente: con estas tres, ya me vale para obtener la sensación de estratos mentales. De las tres, la última me parece la que menos conciencia tiene de su propia actividad, y sin embargo, es la que abarca la situación con un ángulo mayor.
Antes de largarme, recordé que había levantado la pira sobre un taburete viejo de madera que, palpando, había encontrado. Lo hice allí por no manchar el suelo de la cueva (!!!) y para evitar que la humedad del piso hiciese que la fogata tirase mal. El taburetillo debía ser de muy buena madera, porque el fuego apenas le había afectado. Algún trocito ardía, pero en general aguantaba perfectamente.
Soy un taburete de madera. Me encuentro en una gruta que es un refugio en la montaña /Soy una montaña familiar. Tengo 360º de panorámica. Soy Montejurra. Tengo en mi cumbre una gruta que puede muy bien acoger -sin frío, sin apenas humedad- a quien busque cobijo./ Soy un taburete. Llevo aquí largo tiempo. Mi madera está como nueva: tablas de un dedo de grosor, pulidos los bordes; no destaco; cumplo con creces mi función: quien se siente sobre mí puede estar tranquilo, que le daré cómodo y seguro asiento. / Me han tomado en la oscuridad, han puesto sobre mí ramas y les han dado fuego; y se han ido a dormir. / Aquí estoy, bajo la lena ignición. El calor es mucho, pero así es la cosa. Zonas de mi cuerpo ascienden tanto de temperatura que entran en combustión. Mi madera se incendia extremadamente despacio: primero se calienta, luego cede sus jugos, luego se tuesta; finalmente, el exremo exterior de una astilla enra en llama azul./ Se va a ir, pero me mira, barre las ascuas que quedan, me limpia, me mira: Aguanto. Estoy bonito, con mis quemaduras zonales y mis tostaduras. ¿Sigo vsliendo para lo mío? Sí: pequeño, robusto, compacto. Todavía seguiré aquí. Espero que me conserven...
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