Cuenta Orhan Pamuk en su novela "Me llamo Rojo" (Ed de Bolsillo, 2009, traducido por Rafael Carpintero)
de cierto hombre añoso que vivía solo y una noche se despertó y sintió sed.
Prendió la vela y se fué a la cocina, llenó de agua un vaso y se dió cuenta
de que ahora no tenía la vela.
Sorprendido, miró en la oscuridad que le envolvía y vió, al cabo del pasillo, en su habitación, el resplandor que buscaba. Desanduvo el camino, y al entrar en su cuarto, vió a una persona tumbada en su cama, con el cirio en su mano.
“¿Quien eres?”, le preguntó “La muerte”, contestó el extraño.
“Así que has venido”, musita el anciano. “Sí”, contesta la Muerte con alegría en la voz.
Pero el viejo se calla, medita un momento y le dice
”No. Eres un sueño que he dejado a medias”
El anciano se acuesta en su cama vacía y se duerme.
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