de rata. Me he puesto en contacto con usted segura de que su ignorancia del mundo de los sueños va a ser el receptáculo óptimo adonde volcar mis tremendos conocimientos.
“¿Cómo llenar de té taza llena de té?”, inquiría retórico un adepto zen. En su caso, tal eventualidad queda descartada: Poco sabe, y en su mayoría, ¿Cómo dicen ustedes? ¿Mamadas?
+- ¿No será “mamarrachadas, Tatana
“Lo que prefiera.” Le propongo que prepare un listado de preguntas referidas al soñar, y ya veremos qué se puede hacer con esto.
+- Solo una cosita... Ahora ya sé muy claro el ¿porqué yo?. Pero no entiendo del todo el ¿Porqué?. ¿Por qué usted, una autoridad reconocida en todo el hemisferio sur, quiere verter sus conocimientos, y por qué ahora?
“ Para contestarle, le voy a contar una historia que he leido entre los cuentos jasídicos de Martin Buber:
Un santo rabino muy buscado por su sincero fervor realizaba tales o cuales ritos periódicos
a los que asistía la provincia entera. Ahora bien, lo hacía con dos particularidades: Sistemáticamente los comenzaba un poco más tarde de lo acostumbrado, y aún entonces
se tomaba una pausa extensa antes de arrancar con los rezos. Tales costumbres molestaban
a los metódicos, que entre sí se preguntaban y se quejaban de aquel comportamiento,
pero ninguno se atrevía a plantear el asunto directamente al sabio.
No tanto como ninguno: un hombre muy rico, acostumbrado a tratar con todo tipo de personas, se hizo portavoz y, con total respeto le llevó el chisme al maestro.
Este se calló, sonrió y le preguntó:
“Porqué vienes a hablarme? ¿No hay nadie más versado que tú para plantearme estos temas?”
-Por haberlos, los hay a docenas...“Y por qué no me lo preguntan ellos?”
-Bien, ellos son pobres, y tienen miedo de meter la pata. Yo, como soy el más versado en comunicación... eso y que soy rico, así que no siento miedo“Ya. Así que tu mismo admites que los que saben no me preguntan por qué demoro mis plegarias: Solo sesenta millones de euros me están interrogando. Pues bien: los sesenta millones de euros no tendrán el placer de oírme revelar porqué demoro mis plegarias”
+- Muy bonito, Tatana. Pero no me ha contestado todavía...
“Pues eso: ni le he contestado ni le voy a contestar”, espetó con frescura siberiana. “Pero vamos, acomódese usted detrás de aquellos abedules y componga listas de temas de su interés. Entretanto, voy a colgar un sucedido que también he recogido de las selecciones de cuentos de Martín Buber;
Murió Abraham el Ángel, un gran asceta.
Tras los siete días de duelo, su viuda tuvo un sueño.
Vio una gran sala, con tronos dispuestos en semicírculo, ocupados por grandes personajes de la tradición. Ante ellos se apareció su esposo Abraham,
quien dijo:”Amigos, mi mujer me guarda rencor porque en mi vida terrenal
viví apartado de ella. Tiene razón, y por lo tanto debo obtener su perdón”.
Ella gritó: ¡Con todo mi corazón te perdono!” Y se despertó reconfortada.
2 comentarios:
Se despertó y dijole: Yo te perdono, esposo mio, Abraham, con todo mi corazón.
Aunque eso no quiere decir que ahora, que estoy bien sin ti, te vaya a abrir mi casa. Jodio muerto que te las sabes todas!
... a no ser que Dios quiera
Publicar un comentario