domingo, septiembre 13, 2009

Vale quien sirve (con una escultura de Totila Albert y unas palabras de Claudio Naranjo entre la hojarasca)

Cantaba Tatana en su lengua yeniséica
mientras se difuminaban entre nosotros
los dibujos de mi sueño y de las letanías de Maldoror:



"¿Para qué sirven los sueños?

¿Para qué sirven las uñas? ¿Y la lluvia? ¿Y los abuelos?

¿Para qué sirve el olvido? ¿Para qué sirve la noche?

¿Y las manchas en la piel de la jirafa?

¿Para qué sirve la vida? ¿Para qué sirve un ratón?

¿Para qué el escalofrío? ¿Y el bostezo? ¿Y los sobacos?"


y el estribillo repetía terco:


"Porque, ¡para algo servirá!"


En la mañana lucía la luna. Un niño la señalaba con un brazo extendido;
pero en su gesto había temor, el temor de que si un día
llegara hasta aquel ojo divino, y se mirara en él,




y lo atravesara -como Alicia el espejo-...
ya después no sabría ni quién era ni qué era...



"¿para qué sirve ese sueño tuyo de la ciencia?"
+ pues, me aclaró algo que...

"¿Para eso sirve?"
+ Me parece que sí..."


"¿Para qué sirven las madres? ¿Para qué sirve un orgasmo?

¿Para qué sirven las pinzas del cangrejo?

¿Para qué sirven las setas? La muerte, ¿para qué sirve?

Porque, ¡Para algo servirá!"



"Para qué sirve eso que llevas delante de los ojos?", me preguntaba Tatana señalando mis antiparras
-Se llaman gafas, Tatana, y sirven para que yo pueda ver bien, porque soy desde crío miope...

"Para qué sirve eso con lo que garabateas en esa blanca y delgada superficie cuadrangular?", inquiría ella apuntando hacia el boli y el folio
-Se llama rotulador de punta fina, Tatana, y la hoja, papel, y sirve para trazar grafismos reconocibles que representan lo que estamos diciendo tú y yo. Después efectúo cierta compleja operación entre mi mente y ello a lo que se llama "leer"

"¿Para qué sirve esa cosa corporal que apenas logra dibujar un ridículo montecillo entre tus piernas allí donde las mujeres esperamos hallar un buen Kilimanjaro?", me preguntaba señalando precisamente ahí..
-Ora para orinar, ora para procrear, Tatana, según la ocasión.

"Y cuando ni mea ni eyacula, ¿para qué sirve?"
-Vamos a ver: entonces no sirve para nada, pero ahí está, lista para la siguiente vez...



"¿Para qué sirven los sueños? ¿Y los poetas? ¿Y las explicaciones?

¿Para qué sirve ese niño que apunta a la luna?

¿Para qué sirve la verga? ¿Para qué sirve el saber?

Sirven las manufacturas, con tal fin ejecutadas,

sirven los instrumentales. ¿Pero los sueños? ¿Pero los sueños?

¿Para qué sirven los sueños cuando no estamos dormidos?

¿Y para qué sirves tú? ¿Y para qué sirvo yo?

Porque, ¡para algo servirás y para algo serviré!"
Y si sirves, como si no sirves, la cosa es
¿a quién, a quién le sirve lo que sirve?

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