El día estaba frío y nublado. La visita terminaba en el atrio de la Iglesia, pero tenía un extra. La guía nos hizo salir a la calle y rodear los viejos muros, y nos dirigió a una explanada cubierta por una lona. Antes de traspasar la puerta, dijo que íbamos a ver las campanas.
Me volví hacia mi hijo y le dije: "Vaya! esta noche he soñado que una guía nos llevaba a ver una gran campana, que estaba en el suelo"... y mi hijo se separó de mí y me quedé sin contarle cómo terminaba: Rodeábamos la campana y entonces la guía nos lanzaba una pregunta: "Cuanto calculan ustedes que pesa?"
En fin, entramos a la explanada y vimos las cinco campanas, depositadas allí durante la restauración. La guía nos explicó cómo se fundían in situ, nos habló de las distintas formas canónicas de campanas y nos preguntó: ¿Cuanto calculan ustedes que pesa la mayor de ellas?" Me eché a reir: ¡como en mi sueño!
Las coincidencias no iban más allá. La campana soñada pesaba cincomil kilos, y la vitoriana, mil seiscientos. Pero ¡mi hijo es testigo, soñé lo que iba a sucederme doce horas antes de que sucediese! No fué un "deja vu". ¿Qué cree usted que fué?
¿Qué me puede decir al respecto, señor del Blog?
Feliz año nuevo
(la campana mayor de Santa María desciende del campanario)
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