solo a veces, muy de tarde en tarde
mi corazón se sabe que no hay nada.
En el prado de Itxako, en el curso fluvial
en un instante de alegría y poco más.
lo demás es decirlo, repetir dócil
que no hay nada, que no hay nada.
Pero valen tanto aquellas pocas
que espolvorean escamas de hada sobre la vida entera
soñando estoy, soy un borracho
abrazando una chaqueta
oyendo el canto, que dice:
"el monte da su secreto
al que hierve su raiz"
(Cirilo Bedemill: "¡Alegría, alegría!"pags 3,4. Ediciones Jocundas 2010.)
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