martes, junio 23, 2009

me digo...

El sucedido que nos contaba Cocteau pone ante nosotros con sencilla eficacia
el hecho de que el solo intelecto no basta para acceder
a la integridad de nosotros mismos.


¿Y qué?, me contesto. ¿¿Y qué importante en el acto de "acceder a la integridad de nosotros"?
La mentada "integridad", por ser tal, ha de ser vasta, extensa y abigarrada. Esos engramas que Cocteau revivió con su gesto, por ejemplo: si los revivió es que estaban ahí, pero, ¿y qué?
¿Es que acaso no estaban ahí desde antes de que al poeta le diese por deslizar su dedo por el muro? Lo estaban, puesto que afloraron. ¿Que lo estaban, pero de una forma no-consciente?
Vale, pues lo estaban pero de una forma no-consciente. ¿Y qué? ¿No es acaso interminable la serie de asociaciones que forma nuestra trama y que nos son inaccesibles por vía consciente en cada uno de nuestros instantes?



Y me respondo: Sosiéguese, sosiéguese... acaba usted de darme la razón: "nuestra trama -nuestra totalidad- está compuesta por innúmeras asociaciones, inaccesibles por vía consciente..."
Ciertamente yo he dicho antes "intelecto", y usted habla de "conciencia"... Pero ambos decimos que hay mucho de nosotros inaccesible.
He dicho al comienzo que Cocteau no muestra una vía de acceso a material significativo...

Y me respondo: ¿Porqué, en base a qué llama "significativo" al material que nos deja ver Cocteau? ¿Ës "significativo únicamente porque él, con la habilidad del poeta, nos señala que lo miremos como "significativo?

Y me respondo: No es porque lo diga yo... pero la poesía, en tanto en cuanto Arte, es un modo de acceso al conocimiento. Certera como la ciencia, ni más ni menos. Lo dice Jorge Wasgenberg

Y me respondo: al que doy autoridad porque... porque... ¿porque Yo decido que le doy autoridad?

Y me respondo -cada vez más escueto-: Sí.

Y me respondo: pues eso.

No hay comentarios: