Tatana Sueñova. Forastera. Hija de Tatán Sueñoff, notable cocinero, cuya receta de la merluza alangostada reinó en las mesas de Katchamka durante medio siglo veinte. Nació treceava, tras un linaje de doce hijos varones. de su madre, de quien no pudo tener recuerdos por razones que luego veremos, dice Tatán : “Conservo de mi ex-esposa el recuerdo de verla ir y venir por la casa, dando a luz. No recuerdo su nombre: Su persona se diluyó de tal manera en los trabajos de la maternidad que su nombre se ha olvidado por completo: en casa, lo mismo que en el pueblo, solíamos llamarla “ la madre de Rubén”. “la madre de Simeón” “la madre de Leví”, y así sucesivamente”.
Al dar a luz a Tatana, su madre consideró, siguiendo las creencias (los 12 hermanos, retratados por Tatana)
locales, que la llegada de una hembra tras doce varones era señal
segura de disminución de la potencia genésica de Tatán y abandonó el hogar conyugalo-filial para unirse a un joven leñador con quien tuvo un número de hijos varones que, a la fecha actual, excede cualquier cómputo.
La tradición señalaba que la hija nacida tras doce hijos habría de atender, cuidar, alimentar, vestir y comprar paño a sus doce hermanos mayores a la mayor prontitud.
Del contacto con esa pesadilla vital extrajo Tatana su interés por las emociones,
por las pulsiones, por las perversiones, por los criminales en serie y finalmente por el libre mundo del soñar.
Estudió en diversas academias privadas de corte y confección (Academia CEAC, Academia Maribel...) . Hizo el servicio militar en el Segundo de Buriatos, sección Zurcido de Uniformes,
y las prácticas de la Sección Femenina en un campamento de señoritas Tunguses,
como afecta a la Sastra Primera. De aquellas experiencias no solo obtuvo vastos conocimientos en el Pret-a-porter, soviético, sino que tuvo además la ocasión de familiarizarse íntimamente
con las prácticas tradicionales de aquellas etnias.
Catorce años más tarde recogiendo leña, añadió al montón un libro que sustrajo en la biblioteca del Politburó local, y consiguió rescatarlo de las llamas de la mísera cocina económica familiar cuando leyó en la contraportada la palabra “siberiano”. El libro era “El chamanismo y las técnicas arcáicas del éxtasis”, de Mircea Eliade, y aquel hallazgo determinó el vuelco decisivo de la vida de nuestra heroina.
Leyendo aquello, se enteró de que aquellas aventuras coloridas que se le aparecían al caer rendida cada noche tenían por nombre el de “sueños”, y supo también que todas las personas pasaban por igual trance cada vez que se quedaban dormidas.
Leyendo aquello, se enteró de que aquellas aventuras coloridas que se le aparecían al caer rendida cada noche tenían por nombre el de “sueños”, y supo también que todas las personas pasaban por igual trance cada vez que se quedaban dormidas.
Tales revelaciones abrieron en su alma cavernas nuevas: de un lado, sintió tremenda rabia por no ser la única que vivía los prodigios nocturnos, porque desde siempre había consolado su misérrima situación en el escalafón social siberiano teniéndose por la única escogida por los sanguinarios dioses de su decrépita tribu para percibir el obsequio de la imaginación nocturna. Pero una vez repuesta de una larga tanda de intentos fallidos de autolisis, Tatana tomó afecto a tan rara peculiaridad de la psique humana y debutó en su estudio.
Por otra parte, vió reflejadas en el libro del sabio rumano, de pe a pa, las inocentes prácticas que, noche tras noche, practicaba con sus compañeras de petate en sus tiempos del servicio militar, y así supo que aquello de trepar por los postes totémicos para alcanzar las almas difuntas, y comer amanitas muscarias, ylo de darle al tamborcito durante horas vestidas de oso y águila y todo aquello tenían un nombre, que era el de “técnicas arcáicas del éxtasis”. Esta parte del descubrimiento apenas tuvo importancia ninguna para nuestra Tatana, que llevaba pasando los sábados por la tarde con sus amigas tunguses, buriatas y aún samoyedas practicando sanamente estas inocentes diversiones y con ello siguió sin más, tras pronunciar para sí una frase que más arde, lieramente retocada, haría famosa René Gosciny: “Están locos, estos rumanos!”.
1 comentario:
Mi querido amigo Francis:
"Anoche cuando dormía..." por primera vez en un castillo francés... ( http://albertramsmiscelanea.blogspot.com/2009/09/treintnosdeoficio4-dormir-en-un.html )
... apareciste en mi sueño, sólido, hermano, cabal, caballero, gentil...
... y recordé cierta "Experiencia en observación" que en su día nos unió de un modo particular, íntimo y entrañable, ¿recuerdas...?...
Nos decía Valente aquello de:
"Más allá de nuestro sueño
las palabras,
que no nos pertenecen,
se asocian como nubes
que un día el viento precipita
sobre la tierra
para cambiar, no inútilmente, el mundo"
...y desperté
con tu sonrisa
en mis labios
y la mía
acontecida.
Buenos días
nos dé Dios.
En Barcelona, que un lejano día del siglo XII llegaba hasta aquí,hasta Couiza donde duermo, sueño y despierto, se celebra hoy el Día de la Merced, Patrona de la Villa.
Que Ella, en lo posible, nos conceda la suya, Gozosa, Joiosa, Joyeuse... en lo posible...
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