miércoles, abril 18, 2007

Un discípulo de Gurdjieff

A.R.Orage fué alguien valioso, por lo que sé, en la cultura anglosajona de los ´30 a los ´50. Fué además estudiante de Gurdjieff. Este artículo lo conozco únicamente por Internet.
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¿Estamos despiertos? ¿Cómo nos podríamos probar a nosotros mismos, en un momento cualquiera, que no estamos dormidos y soñando? Las circunstancias de la vida son a veces tan fantásticas como las de los sueños, y cambian con la misma rapidez. ¿Qué pasaría si nos despertáramos y encontrásemos que nuestra vida despiertos es un sueño, y que nuestro dormir y soñar son sólo sueños dentro de ese sueño?

Hay una doctrina tradicional, generalmente asociada a la religión, pero que antes y ahora ha sido tema recurrente en la literatura, que dice que nuestro estar despierto habitual no es realmente estar despierto. No es el sueño nocturno, ciertamente, y tampoco es sonambulismo o caminar dormido, pero es, según la tradición, una manera especial de dormir comparable a un trance hipnótico en el cual, sin embargo, no hay hipnotismo sino solamente sugestión o autosugestión. Primero nos dice que, desde el momento del nacimiento y antes, estamos bajo la sugestión de que no estamos totalmente despiertos, y a nivel universal es sugerido a nuestra consciencia que debemos soñar el sueño de este mundo, tal como lo sueñan nuestros padres y amigos.

Los niños pequeños, es notorio, encuentran difícil distinguir a primera vista entre esta fantasía, o sea sus sueños de día, y el sueño en el que viven sus padres y que ellos llaman realidad. Más tarde, en la niñez, cuando la sugestión original ha sido incorporada, la autosugestión nos mantiene en este estado más o menos continuamente. Nuestros amigos y vecinos, y todos los objetos que percibimos, actúan como soporíficos y sugestiones de sueño. Nunca más, como ocurrió en nuestra niñez, ponemos en duda lo que nuestros ojos nos muestran como la realidad de este mundo. Estamos totalmente convencidos de que es no sólo real, sino que no hay otra realidad. Soñamos sin poner en duda que estamos despiertos.

Es naturalmente difícil, por supuesto, convencernos de que estamos dormidos. Una persona dormida, en la mitad de un sueño, no puede despertarse por sí misma. El sueño puede ser tan desagradable que lo despierta naturalmente o se le debe remecer para que despierte. Muy rara vez nos podemos despertar voluntariamente. Es aún más difícil hacerlo desde un sueño hipnótico. Y si es difícil despertar a voluntad de estos estados de sueño leve, podemos imaginar la dificultad de despertar voluntariamente del profundo dormir y soñar de nuestra vigilia normal.

¿Pero, cómo convencernos a nosotros mismos de que realmente estamos en un sueño cuando nos parece que estamos en verdad despiertos? Comparando los dos estados de consciencia principales que conocemos y observando sus similitudes El sueño ocurre, es decir, nunca lo iniciamos deliberadamente ni creamos sus figuras y eventos. En esto se parece a la vida en vigilia, por cuanto no predeterminamos nuestras experiencias, ni creamos o inventamos las personas ni los eventos con que nos encontramos día a día. Otro elemento común de nuestro dormir y nuestra vigilia es la variabilidad de nuestra conducta: a veces nos horrorizamos o nos sentimos complacidos recordando cómo nos comportamos en determinado sueño. Es verdad que cualquiera que haya sido nuestra conducta, humillando o halagando nuestro orgullo, no lo habríamos podido hacer de otra manera. Y nuestro disgusto o satisfacción es solamente un resultado de la presunta revelación de nuestro ser inconsciente. Exactamente como en un sueño nocturno, nuestra vida en vigilia siempre nos toma por sorpresa, y nos comportamos constantemente como ni siquiera imaginamos que podríamos hacerlo. Tampoco, mirando en retrospectiva, podemos realmente decir que lo habríamos hecho mejor o peor en una situación pasada. Si se repitiera, no tendríamos duda alguna de poder hacerlo mejor. Pero tomándola tal como fue, con nosotros tal como éramos en ese momento, no habría sido diferente de lo experimentado en un sueño nocturno.
El examen serio de los paralelismos existentes entre los estados de sueño y vigilia revela muchas más similitudes. Sólo se necesita mencionar una más: la manera en que nuestra memoria recuerda los dos estados es muy semejante. Es cierto que de nuestro estado de vigilia conservamos los recuerdos de manera más o menos continua, mientras que nuestra vida de sueños es una serie de recuerdos discontinuos. Aparte de esta diferencia específica, nuestra facultad de memoria parece comportarse de la misma manera en ambos tipos de experiencia. Todos sabemos lo difícil que es evocar a voluntad un sueño de la noche anterior, por vívido que haya sido y aunque todos sus detalles hayan estado en nuestra mente al despertar. En un instante desaparece por completo, sin dejar rastros. La memoria de lo vivido en nuestro estado de vigilia no es tan engañosa ni caprichosa en cuanto a sus características principales, pero ¿es tan vivido hoy día un recuerdo de ayer? Vimos claramente miles de objetos, probablemente incluso les prestamos atención. Escuchamos conversaciones, hablamos, vimos hombres y cosas en las calles, leímos libros o periódicos, escribimos cartas, comimos y bebimos, e hicimos o percibimos una cantidad, que nadie puede enumerar, de objetos y actos. Esto ocurrió apenas ayer, fue el vívido sueño despierto de ayer. ¿Cuántos de estos detalles permanecen en nuestra memoria hoy día? ¿Cuántos podríamos recordar si nos esforzáramos? Tan completamente como los sueños nocturnos, la masa de sueños despiertos cae en el olvido de nuestro inconsciente.

La verdad es que así como en los sueños nocturnos el primer síntoma del despertar es la
sospecha de que estamos soñando, el primer síntoma del despertar del estado de vigilia -el segundo despertar de la religión- es la sospecha de que nuestro estado de vigilia presente es como estar soñando. Darnos cuenta de que estamos dormidos es estar a punto de despertar, y estar enterados de que estamos sólo parcialmente despiertos es la primera condición para que logremos estar más plenamente despiertos.

A. R. Orage.Traducido y extractado por Italo Godoy de"Psychological Exercises & Essays"Samuel Weiser Inc.
Este artículo fué publicado en el Nº 7 de la Revista ALCIONE

miércoles, abril 04, 2007

¿Sueños lúcidos?quite, quite, ¡donde estén las vigilias lúcidas!

Artículos atrás, incluí una cita de Maurice Nicoll.
En Ediciones Kier existen cinco volúmenes firmados por Maurice Nicoll con el título de "Enseñanzas psicológicas de Gurdjieff y Ouspensky", que contienen reflexiones valiosísimas acerca de los métodos de observación de uno mismo y otros temas.
Ouspensky, Piotr, fué un interesante periodista ruso que a comienzos del siglo XX escribió volúmenes voluminosos (Tertium Organum, Un nuevo modelo del Universo) y viajó a Oriente en busca de ciertas Escuelas Esotéricas que él había deducido que allí se radicaban.
G.I.Gurdjieff fué la respuesta a su búsqueda, y le encontró cerca de casa, en Moscú, no en el Orientistán.
Gurdjieff dió lugar a una escuela de transformación. Publicó, no mucho. Dejó una rica estela de discípulos y de estudiantes. Que se sepa, nunca habló acerca de los sueños tal y como estamos abordando en este nuestro Blog.
La perspectiva de la moderna psicología le merecía desprecio. No creo que se pueda decir "el mayor de los desprecios", porque eso es ya un desprecio de categoría. "Mierdosidad" es un adjetivo que aplicaba generosamente y que bien pudo emplear para lo generado de Freud para aquí.
Lo que G. decía acerca de los sueños, era simple: La vida vigil de la humanidad es, literalmente, un sueño. (la onírica, también, claro). Guiada por asociaciones mecánicas, ausente de sentido verdadero. Solo mediante indecibles esfuerzos y sufrimientos conscientes, alguien puede despertar de ese sueño y empezar a vivir una vida real. La vida, sólo es real cuando "uno es"; mi vida solo es real cuando "yo soy".
Así que trabajó toda su vida, y bautizó su trabajo y el trabajo de quienes quisieron trabajar con él con un honroso y bello nombre: El Trabajo. Con Mayúsculas.
Más adelante, abordaremos juntos el muy actual tema de los Sueños Lúcidos. Hondo asunto. Pero por ahora, alcemos nuestras voces conjuntadas y cantemos

"¿Sueños lúcidos? Quite, quite!
¿Qué tal las Vigilias lúcidas?"