.decía Allan Watts que
"si yo tuviera el poder de soñar cada noche lo que quisiera, más o menos sucedería esto: durante meses, realizaría mis más evidentes deseos. Habría palacios y banquetes, músicos y bailarinas, haría el amor de modo increíble en jardines bañados por el sol a la orilla de lagos, con las montañas al fondo. Después tendría conversaciones con sabios, contemplaría supremas obras de arte, escucharía y tocaría música, viajaría a tierras lejanas, volaría por el espacio para ver la galaxia y me hundiría en el corazón del átomo para ver los electrones.
Pero llegaría una noche en la que querría un poco de aventura; quizás un sueño en el que escalase peligrosas montañas, rescatara a una princesa de un dragón o, mejor aún, tendría un sueño en el que no sabría qué iba a pasar. Una vez que empezara esto, mi audacia no conocería límites.
Querría soñar vias enteras en las que setenta años transcurrieran en una sola noche. O soñaría que no estaba soñando, que nunca me iba a despertar, que me había perdido en los corredores de la mente y, finalmente, que me enconraba en un momento tan angustioso que, cuando me despertara, el mismo despertar fuera el mejor de los sueños posibles.
"El arte de ser Dios", pag 39/40.
Ediciones Jucar, Biblioteca Júcar de ciencias humanas. Un libro feo de portada, pésimamente encuadernado -se desencuaderna a la primera lectura-, traducido a tropezones y editado con los pies, repleto de erratas,
con tinta tan desleida que en cada página hay palabras que hay que adivinar porque no se pueden leer. (veo que hay ora edición en Kairós, que seguro que le da mil vueltas a esta. Pero... esta es rematadamente barata pillada en una feria de libro de ocasión, y atesora sabiduría página a página. ¡Qué bueno, rediez!
Feliz año dosmil doce