lunes, diciembre 11, 2006

LOS SUEÑOS Y LA TERAPIA III

LOS SUEÑOS EN TERAPIA

Los sueños son material abordable para numerosas formas de psicoterapia.
¿Qué se busca conseguir cuando se abordan los sueños de los pacientes?
Voy a responder por mí mismo.
Lo primero: abordar un sueño es un momento de especial intensidad.
Porque los sueños son misteriosos, y las ideas populares acerca de ellos son a menudo peculiares.
Una persona que pide a otra que escuche un sueño suyo se encuentra en esos momentos en un estado especial. Está expectante, incierto. No está despistado. Va a intentar ser eficaz con lo que va a comunicar. Exige a sus palabras adaptación lo más precisa posible a sus propósitos. Y además tiene una emoción flotante asociada al sueño: ese sueño le ha turbado, o excitado, o amedrentado. Le ha abierto el apetito, o está sintiendo una resonancia intensa, grata o desapacible, pero está en su ámbito emocional.
Es lo primero que aprecio cuando alguien me habla en terapia de sus sueños: su apertura. La ocasión es potencialmente interesante.
Sucede a veces que la emoción es tan intensa que se vuelve angustiosa y no deja lugar a nada más. Lo he visto en casos de sueños con episodios de violencia o de deseo sexual. Alguien soñó que asesinaba a un niño; otro, que se acostaba con su cuñada. En estos casos, los soñadores suelen creer literalmente que “los sueños son deseos reprimidos”, y se asustan creyendo que “en el fondo” están reprimiendo deseos de los que suelen llamarse inconfesables
En esos momentos, claro, lo que se puede hacer es dejar que la angustia se remanse a base de explicar y discutir y aclarar. Cosa que no siempre es tan sencillo como decirlo. Y es que, para cada uno de nosotros, el propio sistema de creencias se torna en una fuerza directriz, fuente de autoseguridad y difícil de reajustar. Vale la pena pensar cuales creencias no estamos dispuestos a abandonar, qué supersticiones (literalmente: qué cadenas causales) sustentamos. (“Tengo que poder con todo sólo”.¿Tengo buena/mala suerte, por ejemplo?). Sobre todo esto, habré de volver.

Cuando yo voy a trabajarme un sueño con alguien, me presento abierto a lo que venga, así que así es como se presenta alguien para trabajar conmigo. Y quien me ayuda me anima a encarnar el sueño , a hacerlo en tiempo presente. Así, encarno mi sueño, y me tengo actuando la anchura emocional que sustenta al sueño. Lo cual me ensancha. Y en esas dimensión más ancha, alcanzo a irme reconociendo. El sueño dice de mí. Y yo lo recupero, lo subrayo, lo imprimo con mi conciencia en mi conciencia.
¿Qué encuentro? Diría, ahora que lo pienso, que aquello que busco. Encuentro consejo, o conocimiento, o un paisaje. Veo un relato que me retrata de otra manera que la habitual, o veo lo invisible: fuerzas, defensas, atracciones, zonas desiertas, ausencias.
Así que eso es lo que se puede obtener cuando se trabaja en terapia con los sueños.