martes, abril 06, 2010

Tatana: Los orígenes 1

era medianoche, en Serampor...

*- ¿Quién sueña?, me preguntó aquella abuelita que ocupaba el mueble de dormir, allá en la Yurta de la Medicación? ¿Quién sueña, Tatana?
.- Yo sueño, profesora.

*- ¿Quién sueña, Tatana, quién sueña?
.- Pues yo, ya le he contestado... ¿me puedo ir ya al recreo?

*- ¿Por qué me contestas siempre que eres tú la que sueña?
.- Porque algunas mañanas, al despertarme, me vienen a la memoria cosas que he soñado.

*- Ahora, mismo, Tatana, ¿estás despierta o dormida?
.- Despierta, lavada, vestida, con los dientes cepillados, bien peinada y con la cama hecha, profesora. ¿esto va a ser muy largo?

*- Ehhh... sí, va a durar toda la vida, de hecho. El Consejo Tribal me ha encargado que haga de ti una Txamana.
.- ¿Una qué?

*- Una Txamana: una mujer-medicina, una menciñeira, una chamana, una sabia, una doctora espiritual con profundos conocimientos de farmacopea, de medicina fitosanitaria, de obstetricia y de cantos y rezos tradicionales, y dotada además con una vía directa de comunicación con el mundo de los espíritus. Y eso, entre que empiezas, te instruyes, me muero yo, afrontas pruebas titánicas y alcanzas una dulce madurez suele llevar ...casi toda la vida; y después toca recibir una aprendiza y transmitirle tus saberes... en fin: dura siempre.
.- Ah, bien, bueno, pues acepto, muy honrada, ya ve... pero lo que yo le preguntaba era si iba a ser muy largo lo de darle vueltas a quién sueña...

*- Eso había entendido, y esa era la respuesta: durará toda la vida. Siéntate, quítate el anorak de cuero de morsa y canta conmigo:

“¿Quién sueña? ¿Quien es quien sueña?
Se preguntaba uno dormido,
“¿Quien sueña?” Y se despertó y ya se quedó tranquilo
y se dijo “¡Vaya sueño! ¡Soñé que estaba soñando”
Y pidió un café con leche, y al llevárselo a la boca
desapareció el sabor, porque se puso a pensar
en infinidad de asuntos a los que estaba ligado,
cuando el balido de un reno al que una moto asustó
le produjo un sobresalto, y entonces, y solo entonces,
percibió que aquel café olía a lavavajillas;
lo miró desconfiado, fue a decirle al barman algo
y otra vez dejó el timón a frases, a recordares,
al flujo que no se para del pasado y el futuro;
y un gavilán que pasaba a unos metros sobre el suelo
se decía: está dormido y no se entera de nada.

¿Sabes tú si estás despierta, pequeña alumna Tatana?
¿Y sabes si lo estoy yo? Porque bien pudiera ser
que una parte de tu sueño fuera esta vieja que te habla,
un personaje soñado únicamente por tí,
¿No te parece, Tatana?
¿Tatana?
¿Tatana?
¡Despierta, Tatana, despierta...!

Y entonces me desperté en la yacija de siempre. Afuera estaba amaneciendo, y alguno de mis hermanos me había avisado de que ya era la hora de ir a dar de beber al ganado.

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