“No se puede contar todo aquello”, dice hoy en día, cuando se arranca
a compartir lo que fué su vida a partir de aquella noche”. “Sonido de estrellas...me hizo darme cuenta de que jama´s había silencio dentro de mí. Siempre, pero siempre, estaba considerando, evaluando, revisando, matizando, juzgando... ni estaba siquiera seguro de que las estrellas no suenan. La noche me dió su silencio, sí, pero es que yo, por primera vez, lo acepté.
¿Qué persona era yo que ni oía lo que me rodeaba, noche a noche, desde mi infancia? Empecé a mirar a los animales por ver si les notaba sus reacciones a los sonidos; la primera mañana le regalé medio desayuno a un chucho solo porque al chistarle movía una oreja y miraba hacia mí!. Los pájaros, cuando uno pasa andando; las ratas de matorral; hasta las plantas me parecía que se encogían cuando se escuchaba llegar un camión. Sonido de estrellas, ¿Qué otros sonidos no me dejaba oir yo?
Estuve allí tres semanas y al cabo me vino el antojo de volver a mi ciudad. Entré en mi departamento
y lo encontré silencioso y familiar, y allá me quedé como otro mes más. Salía de noche a los supermercados de las afueras para no toparme con nadie conocido, y me aprovisionaba de tabaco, bebida y comida. Entretanto miraba y miraba alrededor, porque allá, en mi barrio, las estrellas no se alcanzan a ver, pero las calles y los movimientos de las personas también me devolvían aquella sensación de gran espacio vacío que tuve entre los riscos. Una tarde escuché ruidosde pelea y vi llegar a tres ayudantes del sheriff, y mis ojos se posaron en aquellas estrellas que adornaban sus camisas y me sentí un mero chico, un niño ante los representantes de la ley; y me volviéron los llantos, acordándome de tantos meses de huida, de ocultarme, de miedo a ser descubierto, "agárrate fuerte a mí...", easas canciones... Otra vez se me cayó una botella de limonada al suelo y pasé toda la noche riéndome de cómo se había estrella...do y aún volví a la tienda y compré y estrellé media docena más, gozoso como hacía muchos años que no lo estaba...
...y, ¿la vez que fuí cinco veces en una semana a ver aquella película, “El Misterio de la Estrella”?
Pasó el mes y me acerqué hasta el taller donde trabaja mi hermana. Ví que me miraba con miedo, y enseguida me fuí, pero a los tres días volví y dos semanas más tarde le invité al cine. Empezó a hablar
de papá y mamá y me sentí enfurecer; para no salir dando un portazo, dije que me iba a los servicios. Mientras daba vueltas, con las tripas anudadas del disgusto, pasaron ante mí cuatro mujeres; una de ellas lucía bombo de embarazo. “sonido de estrellas, sonido de estrellas”, empezó en mí el soniquete, “son nido de estre.., ellas son nido de estre, ellas son nido, Ellas Son Nido”. Volví adonde estaba mi hermana y le pedí que me acompañase a dar un paseo. “Hermanita, le dije, ¿te puedo contar ciertas cosas ... de mi vida? ¿Podrías darme el brazo para enlazarlo con el mío? Quiero contar a alguien... quiero contarte a ti... necesito contarte... cómo me porté con la Glori, ¿te acuerdas de la Glori? Y con la Mericuant, aquella que siempre iba con minifalda, que le andábamos...” Me acompañó hasta casa y se fué a las tres y media de la mañana, dejándome adormilado, con una pastilla de dormodor. Toda mi dureza, mi absoluta falta de respeto, mi esquiva manera de ponerme ante ellas, el daño, sí, el daño que había ido haciendo mujer tras mujer, tratándolas a todas cono a culebras ponzoñosas de las que desconfiar, como cabras a las que ordeñar... para irme quedando más y más lejos, más y más solo... todo eso salía y salía de mí junto a mi hermanita, llena de lágrimas. Un mes más tarde, cenando con ella y su novio, empecé a poder hablar de mamá.