Gramaticas y sueños, 3, o Los Lenguajes y los Sueños…
¿Qué tal quedan los sueños cuando son narrados, cuando son escritos.?
¿Tenemos en nuestros lenguajes recursos para representar nuestros sueños?
Con la cantidad de tentativas que pueblan la historia de las literaturas, sólo nos cabe contestar que, como en botica, habrá de todo. Así que vamos a tener que generalizar un poquito.
Pero vayamos con un caso documentado. Proviene en los Mabinogion, relatos galeses de los tiempos de los siglos XI y XII; tengo, para mi alegría, versión en la Editora Nacional, preparada por Mª Victoria Cirlot. Se conoce como El Sueño de Maxen, Maxen Wledic, emperador de Roma, el más hermoso y sabio de los hombres y el más adecuado para ser emperador de todos los que lo habían sido antes que él.
Convocó un día a su corte a la caza, llegó “hasta la cuenca de un río que llega hasta Ruvein (Roma)”, y cazó en compañía de treintaidos reyes vasallos, “no por placer, sino porque quería comportarse como un hombre de tan alto rango”. Y llegaron los calores, y con ellos la modorra, y allí se durmió , rodeado por su gente, junto a sus perros, Maxen, protegido por un escudo del sol.
Y entonces tuvo un sueño, en el que remontaba el río hasta su cuna, llegando a una montaña tan alta como el cielo. La franqueó, y dio con la mejor y más lisa llanura del mundo, surcada por grandes ríos, y siguiéndolos, “fuera cual fuera el tiempo que empleara”, llegó a un estuario, en el que se asentaba una ciudad, y en ella un gran castillo de muchas y coloreadas torres. Y en la desembocadura, la mayor flota de barcos que nunca se viera, rodeando a un barco mucho más bello que los demás, formado todo él por tablas de oro y de plata, y a tierra alcanzaba un puente de huesos de cetáceos. Atravesó tal puente y entró en el barco, y éste zarpó, cruzó el mar y el oleaje y llegó a una isla, la más bella del mundo, y la contornearon dejándole ver valles, peñascos y precipicios muy abruptos; y frente a aquella tierra escabrosa otra isla, y entre él y aquella isla, “un pais, cuya llanura era tan larga como el mar, y cuya montaña se extendía tanto como sus bosques: un río la atravesaba, y lo siguió hasta llegar al mar y allí halló el más bello castillo, con la puerta abierta, y entró hasta una bella sala, con techo de oro y paredes circulares de piedras preciosas, y lechos de oro macizo. En uno de estos estaban sentados dos jóvenes morenos, vestidos de brocado negro, con sus cabellos sujetados con diademas de oro rojo llenos de pedrería; calzaban zapatos de cordobán nuevo, cerrados con placas de oro rojo, y jugaban al ajedrez en un tablero de plata, con piezas de oro.
Un hombre de cabellos blancos se sentaba en trono de huesos de elefante, todo él anillos y torques y brazaletes de oro; ante él, un tablero de ajedrez y frente a él, una doncella “y no le habría resultado más difícil mirar al sol cuando brilla que contemplarla a ella debido a su incomparable belleza". Sus avíos estaban a la altura de su porte: la más bella visión para cualquier mortal.
Ella se levantó, fue hacia Maxen y le echó los brazos al cuello, y los dos se sentaron allí donde ella estuvo sentada hasta su llegada, “y no parecía el asiento más estrecho para ambos que para ella sola”.
Y cuando tenía los brazos alrededor del cuello de la doncella, el emperador se despertó.
¿Qué queda en este relato de la esncia de un sueño?
¿Nada? ¿Será sólo una alegoría,un recurso estilístico, pura invención literaria, como lo es el propio Emperador Maxen de Roma?
Pero algo se muestra en las rendijas: una isla, alejada de otra isla por una llanura, un puente de huesos de cetáceo, un asiento capaz tanto para dos como para uno, dos jóvenes morenos sentados sobre el lecho...
Pero eso es todo lo que queda; lo demás es una acumulación de exageraciones.
Y además, todo es sucesivo, todo es serial, es como una galería donde se exponen cuadros de la gesta: ahora ve un río, ahora lo sigue, ahora llega a la desembocadura...
Pero en una ocasión trata de reflejar los tiempos de los sueños: Llega a tal sitio "fuera cual fuera el tiempo que empleara". Ese tiempo que tan ligero recorre los minutos como los años, y nos sitúa de golpe en una escena antigua con sólo mirar hacia el lugar adecuado...
¿Qué tal queda este sueño una vez contado?
Estamos acostumbradoos a tomar el universo de un sueño y reducirlo a diez frases. Pero bien sabemos, en cada ocasión, que lo conseguimos en la misma medida en que la sombra de un pavo real remite al pavo real que la causa. Fuera de nuestro alcance quedan no sólo sus colores, sino su estilo, su personalidad, su alma.