sábado, mayo 22, 2010

adivinación, suposición, creencia I

.- Qué bonita está la tarde, ¿eh Florián?
+- Preciosa, Fortún, preciosa. Ese azul del firmamento, y el fresquito de la brisa... Y el vino de la bota, claro,,,

.- Mi monólogo de esta tarde comienza con el vuelo de las aves. ¡Mira, querido consuegro, el vuelo de las aves a nuestro alrededor!
+- Eh... ya... este... no doy con ninguna ave, consuegro estimable.-.. no veo ni un pajarillo,
pero ya voy a seguir mirando, ya. ¿Puedes continuar en ausencia de tal manifestación volante?

.- Hombre, puedo. Sobre todo puedo porque lo que me interesaba traer a colación era el antiguo arte de la Ornitomancia, o adivinación por el vuelo de las aves. Te leo el último párrafo de la página 243 de esta edición en editorial Aguilar de la Odisea, de Homero, en traducción de Luis Segalá: “Así que acabó Telémaco de hablar, pasó sobre ellos, hacia la derecha, un águila que llevaba en las uñas un ánsar doméstico, enorme, arrebatado de algún corral... y al llegar junto al carro, torció el vuelo a la derecha, enfrente mismo de los corceles. Al verla se holgaron; a todos
se les regocijó el ánimo en el pecho, y Pisístrato Nestórida dijo de esta suerte: “Considera, oh Menelao, si el dios que nos mostró este presagio lo hizo visible para nosotros o para tí mismo”
… entonces... Helena, la de largo pelo, adelantóse pronunciando estas palabras: “¡Oidme, pues os voy a predecir lo que sucederá, según los dioses me lo inspiran en el ánimo... tal y como esta águila viene del monte, donde nació y tiene su cría...” ¿pero, ¿qué estás mirando al cielo, que no me prestas atención?

+- Pues que no veo pájaros, oye... ¿Ni una golondrina siquiera? ¡Qué cosa más rara! Para los días que son ya de Mayo, tenían que estar zumbando, pillando insectos todo el rato...

.- Querido suegro, he ahí una buena observación: No ves aves! Tu que eres de raigambre labriega, ¿puedes deducir algo de tal hecho?
+- Pues que este verano, si las golondrinas, va a ser de mucha picadura de mosquito... Y que los murciélagos se pondrán las botas... http://www.avesdeuruguay.com/friogolondrinas.htm

.-Pues bien: has deducido mirando el vuelo de las aves hechos que pertenecen al porvenir. Hete aquí convertido en un augur, en un, digamos, ornitomante.
+- Pues bueno, pues vale, pues me alegro. ¿Y?
.- Acomódate, y pásame la bota, que voy a soltar un párrafo largo largo- largo...:

Deducir, prever, son potencias de la mente humana. Desde que tal cosa como “la mente humana” se dió en este planeta; y, con toda seguridad, desde mucho antes.
Los animales preveen lo que va a suceder. Salen corriendo cuando huelen el humo que precede a un fuego, y almacenan comida cuando las temperaturas bajan para afrontar la invernada, y se apostan allí donde el rastro de un olor es más fuerte por si quien dejó ese rastro vuelve a pasar, en fin, se previenen. Como de los animales tenemos informaciones menos personasles que de los humanos, pasemos a estos animales humanos pues: prevemos continuamente; y en tiempos algo menos tecnológicos, cuando el medio no había sido tan domesticado, seguro que dependíamos todavía más. Del paso de las manadas de rumiantes, de las temporadas de lluvias, de las nevadas... Cada animal humano ha hecho previsiones a partir de los datos sensoriales siempre; luego están os que se distinguen por una especial agudeza sensorial en tal o cual especialidad: el que mejor huele el aire, el que mejor escucha, el que mejor mira los vuelos de las aves y de ahí infiere los vientos y las bonanzas... Siempre los ha habido: cuenta un taoista de aquella vez en que el Emperador pidió a su mejor cuidador de caballos que le escogiese un caballo “superior”
+- ¿Qué se entiende por “caballo superior?”
.- Ni idea, no tengo; cualquiera sabe... El caso es que el especialista se excusa: él conoce a un “especialista superior”, capaz de encontrar un “caballo superior”. Se encarga al recomendado la misión y res o cuatro meses después, vuelve. “Ya está, ya lo he encontrau”, dice. “En la finca de tal y cual, provincia de ChinChin: ya lo están trayendo poco a poco, para que se acomode”. “¿Y cómo es?”, pregunta el Emperador Superior. “Un caballo gris”. Llega el caballo y resulta que se trataba de una yegua, y marrón. El Emperador llama a Primer Cuidador y le cuenta el desaguisado. El Primer cuidador suspira, deja caer una lágrima y dice “¡Tan lejos ha llegado ese santo! Yo conozco los caballos mejor que nadie, pero me fijo todavía en las apariencias, pero él, él ha visto por debajo de lo más obvio, de lo indiscutible. ¡Qué tío! Probad, Majestad el caballo, digo la yegua”. Fué probada y, efectivamente, era un caballo superior.
+- ¿Qué taoista?
.- Uno, un taoista, Chuang Tzu, o Lie zi, qué más dará, ¿Los distingues tu muy bien, a los taoistas, o qué? La cosa además iba de especialistas, no de taoistas. Especialistas en detectar las huellas del futuro en los signos presentes...

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