domingo, octubre 31, 2010

cada noche, su sueñecito

Estoy matriculado en la Universidad.
Los alumnos son jóvenes, yo ya tengo una edad...

No me resulta fácil compaginar horarios
pues tengo otros trabajos y compromisos varios

Cada vez que medito cual va a ser mi futuro
veo un muro sombrío junto a un sombrío muro
pero vamos a ver: por lo menos lo intento
a ver si por azar me funciona el invento


Echo a andar con prisas hacia la Facultad
voy buscando un taxi, útil con mi edad

y por la distancia, que es corta y es larga
fácil y difícil, y dulce y amarga


pero no hay ni uno, así que camino
detrás de unas mozas que van en Vespino

y hay mil peripecias en poca distancia
todas bien llevadas, con gran tolerancia

y a cada momento comprendo algo nuevo
sin ser nada profundo: un efecto placebo

pero agradecido, pero bondadoso.
Hacía buen tiempo y ahora está lluvioso.

Al cabo decido que hacer lo que pueda:
tal vez no consiga ir como la seda

pero es que no puedo poner más de mi:
¿me quedo tranquilo? Yo creo que sí

y me desvanezco con una sonrisa:
Y sigo mi vida. tranquilo. No hay prisa...
"Zafio Zurcido". Zabulón Zufiaurre ( Zubielki, 1953. de la Generacion El Curdin): Ed Zorzal, Zamora 2011.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En la semana de la poesia escuche recitar estos versos en una iglesia reconvertida en espacio de rock.Siempre me gusto Cernuda, y como en tu blog hay espacio para la poesia me dispòngo a transcribir los versos para doctos y profanos!

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube n la luz;
Si como muros que se derrumban,
Para saludr la verdad erguida en medio,
Pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel quecon su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oir sin escalofrio;
Alguien porquien me olvido de esta existencia mezquina,
Por quien el día y l noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espiritu floan en su cuerpo y espiritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libreente, con la libertad del amor,
La única libertad que me exalta,
LA única libertad porque muero.


Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.


Luis Cernuda

Los placeres prohibidos, 1931