Por cuatro perras compré el otro viernes en La Casa del Libro de Madrid uno de Agustín García Calvo,
de entre varios siyos de la editorial Lucina de los que ni me había enterado que existiesen; este se llama "Relato de amor: Endecha"; y cuando he tenido un rato me he puesto a leerlo como él -García Calvo- quiere que se haga, es decir, en voz alta y marcando bien los acentos, las sílabas y los versos, que para ser leídos así los escribe él; y enseguida, en las páginas 15 y 16 pone el ejemplo del asunto del tiempo en el soñador y el tiempo en quien le vé durmiendo ... luego sigue y como suele pasarme al leerle ya tengo el corazón a rebosar de amor y de pena: eso debe ser lo que dicen que es la esencia de la lírica...
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A veces, señor de mi amor, aun en este valle de dudas
sucede también que la trampa tal vez y error se vislumbra
del juego mortal; por ejemplo, al querer contar lo que dura
un ensueño: que sí, que por fuera del sueño marca la aguja
la hora de los despiertos, incluso la del, si me apuras,
que durmiendo está; pero no del que soñando está la suya.
Y si a ese te vas y "¿Cuanto ha durado? di" le preguntas,
lo habrás despertado, y de nada valdrá. ¿Quién hay que presuma
ver su reloj? Puede ser que también en sueños se sufra
de ansia y temor; pero nada de tiempo sabe ni juzga
el que soñando se sueña, y el tiempo de su aventura
sólo otro lo sabe, al momento que, despertando, se ajusta
a la ley del trabajo y la muerte, y el sueño que se le esfuma
quiere evocarlo, y entonces lo que era masa confusa,
como huella que deja en el alma, una vez callada, la música,
para evocarlo lo narra o por escrito lo apunta:
no puede por menos; y así del ensueño cifra y figura
uno hace también, y se hace del tiempo idea, y estudia
siempre por ser quien es y saber su historia y su culpa.
......Pues algo así mi deseo, que no te espera ni busca,
señor de mi amor, sino en tu añoranza viva se funda,
y es deseo y recuerdo a la vez, una nube, que nubla
las lindes de la ancha tierra................
sucede también que la trampa tal vez y error se vislumbra
del juego mortal; por ejemplo, al querer contar lo que dura
un ensueño: que sí, que por fuera del sueño marca la aguja
la hora de los despiertos, incluso la del, si me apuras,
que durmiendo está; pero no del que soñando está la suya.
Y si a ese te vas y "¿Cuanto ha durado? di" le preguntas,
lo habrás despertado, y de nada valdrá. ¿Quién hay que presuma
ver su reloj? Puede ser que también en sueños se sufra
de ansia y temor; pero nada de tiempo sabe ni juzga
el que soñando se sueña, y el tiempo de su aventura
sólo otro lo sabe, al momento que, despertando, se ajusta
a la ley del trabajo y la muerte, y el sueño que se le esfuma
quiere evocarlo, y entonces lo que era masa confusa,
como huella que deja en el alma, una vez callada, la música,
para evocarlo lo narra o por escrito lo apunta:
no puede por menos; y así del ensueño cifra y figura
uno hace también, y se hace del tiempo idea, y estudia
siempre por ser quien es y saber su historia y su culpa.
......Pues algo así mi deseo, que no te espera ni busca,
señor de mi amor, sino en tu añoranza viva se funda,
y es deseo y recuerdo a la vez, una nube, que nubla
las lindes de la ancha tierra................
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