jueves, octubre 08, 2009

confesiones íntimas siberianas con un eco lontano en Juan boscán

Dulce Soñar (Del diario supersecreto de Tatana Sueñova).


Duros eran los días en la estepa
siempre en la yurta y siempre trabajando:
en compañía de las solas yeguas
y algun que otro soldado desertor.



De noche, las auroras boreales
impedían dormir con sus zumbidos
y los mosquitos amparo suplicaban
junto a mi cuerpo por no morir de frío.


Ningún amor. Hermanos, demasiados.
Y en la radio, que a veces funcionaba,
se escuchaban los himnos carcelarios,
largos discursos y un ruido de grillos.

Cuando graznaba el buitre madrugando
avisándome que ya llegaba el alba,
solía yo, debajo de los sacos
de esparto que formaban mi yacija,
estar tibia y agusto, en duermevela,




dándole forma a cierto cuentecillo

que brotaba noche a noche en mi cabeza.

Armada de un carbón y un pergamino
escribí de un tirón este soneto

libertando en las letras mis afanes.

Me dijo un sabio que era propio idéntico
a otro que escribiera Juan Boscan.
¿Tendré yo un alma gemela allá en España?

Dulce soñar y dulce acongojarme,
cuando estaba soñando que soñaba;
dulce gozar con lo que me engañaba,
si un poco más durara el engañarme.

Dulce no estar en mí, que figurarme
podía cuanto bien yo deseaba;
dulce placer, aunque me importunaba
que alguna vez llegaba a despertarme.

¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
me fueras, si vinieras tan pesado,
que asentaras en mí con más reposo!

Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,
y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado.



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