viernes, febrero 18, 2011

Confesiones íntimas de una chamana siberiana 1

+.- Zagal, ven aquí. Junto a mí.
.- ¿Si, Tatana?

+.- Ven, abrígate conmigo debajo de la manta. Esta noche hablo yo y tu me escuchas.
¿Sabes?, me sucede en ocasiones estar siguiendo una pista y toparme con la huellas de mis propios mocasines.
"vaya", me digo entonces, "por aquí ya había pasado yo antes"
y también, "vaya, parece que estoy desorientada"
pero resulta que es frecuente que una chamana siberiana como yo cruce sus propios senderos,

sobre todo cuando está recolectando setas alucinógenas:
unas veces una avanza por allí, otras por aquí, y la taiga es muy enorme, y una observa la dirección que señala aquella pisada y simplemente diverge de ella, trazando así una nueva senda.
Cuando no son setas lo que andab yo buscando, sino lo que siempre busco, las cosas son diferentes.
¿Ya sabes qué es eso que busco, rapaz?
.- ¿la verdad?

+.- Eso es: la verdad, el conocimiento. Busco el camino que me lleva al conocimiento.
Y cuando en ese camino me encuentro con mis propias huellas, me encojo de hombros y sigo. La mente es mucho más enorme que la taiga, claro... pero no tiene referencias tan concretas como mis bosques natales. En el campo todo es un hito, un árbol, elos musgos en las piedras, una panorámica... en la mente una está inmersa en una misma y no hay norte ni sur nítidos con los que guiarse. Una sigue y sigue, y si cien pasos más adelante vuelve a toparse con las huellas de una misma, se hace perceptible cierta frustración.
¿tu qué es lo que buscas?
.- el conocimiento, la verdad, la ley, el dharma, el Ser

+.- Y, ¿donde lo buscas?
.- en mí... porque solo en mí puedo buscar.

+.- ¿solo en ti?
.- ¿donde si no?

+.- y, ¿avanzas en tu búsqueda?
.- no me preguntes eso, bruja.

+.- Tampoco yo sé si avanzo. Los relatos que me sé me hacen pensar que otros, más entregados a la búsqueda que yo, dieron con parajes que yo sigo ignorando.
Soy terca, como bien sabes, y un sí es no es orgullosa. A menudo me vuelvo en el camino y me encaro al dios que siempre me ve y le digo lo que Rumí: Tú, que aquí me pusiste; tú, que eres mi padre, demuestra tu amor amándome a mi tanto como al que más de tus hijos. No te lo pongo fácil: soy indolente, mañosa, y meto mucho ruido. ¡Llévame en derechura allí donde mi alma ansía esta r, y ni se te ocurra permitir que me extravíe!" Y sigo adelante, hacia ningún sitio, bajo el silencio de una respuesta que nunca llega desde fuera. Solo desde mí...

¿Por qué te cuento todo esto?

No hay comentarios: