miércoles, septiembre 02, 2009

Emociones


Cuando un ave migratoria aterriza, tras dos o cinco mil kilómetros, en el hogar que dejó atrás
el año anterior, experimenta -o así lo aseguran los etólogos con rara unanimidad- tanto la felicidad del reencuentro como el desconcierto al sentir como levemente extrañas las rutinas a las que el recobrado hogar les convida y obliga. Talmente así me venía yo encontrando esta mañana, “más raro que la oscua” -que dicen en mi pueblo-, y se me fueron los ojos a los estantes de libros y las manos a traer la Antología Poética de Cunqueiro que, durante el año 82 seleccionó, prologó y tradujo César Antonio Molina para la colección “Selecciones de poesía española” de la editorial Plaza y Janés; y lo he abierto al azar para caer en “El centinela de St. Albans”, poema fechado el 31 de Marzo de 1974.
Y dice:

Su ángel de la guarda compadecióse
del centinela de St. Albans.
-Duerme con el ojo derecho, le decía,
que yo mantendré abierto tu ojo izquierdo-.
En la noche anglo-normanda los monjes
tenían miedo de que llegasen secretos
ladrones, a robar los huesos de San Albans.
Toda la tierra estaba hecha de noche cerrada,
toda la noche cerrada estaba hecha de miedo
y el centinela, un novicio, en su agujero
con una campanilla de bronce en las manos
para dar la alarma.

El viento pasaba y se paraba a decirle:
-¡No tengas miedo que no lo ha robado nadie!-
y los ratones y las lechuzas le decían también:
-¡Duerme una hora, que vigilamos nosotros!-
Pero del sepulcro salía San Albans
que fuera legionario, y con una rosa como espada
se custodiaba a sí mismo, en la oscura noche.
-¡Cierra los dos ojos!- le ordenaba al novicio.

Y éste los cerraba, y se ponía a soñar
que cuidaba nidos en los bosques de más allá.

Y me voy con el regusto para la calle, pensando en lo que es el miedo, y en asuntos cotidianos
que se nos llegan a hacer tan perentorios que tiñen incluso nuestro descanso; y en Correos recojo un paquete que me envía la Pili, y es abultado y pesado, así que o abro y me encuentro
un volumen precioso. Precioso. Con una portada impresionante, reproduciendo una obra de alguien a quien mi ignorancia no alcanza a reconocer, en ocres y azules y como con grapas.

ALVARO CUNQUEIRO 1911 – 1981 , se titula. “del 22 de Abril al 1 de Junio de 2003, Galería Juana Mordó y Círculo de Bellas Artes de Madrid. Patrocinado por el Servicio de Publicaciones de la Diputación de Pontevedra. 220 páginas, terminadas de imprimir “el 21 de Abril de 2003, en las instalaciones de Artes Gráficas Vicus, S.A.L., en los mismos talleres en los que vió la luz, en 1955, “Merlín y familia”.
Y me entra -o me brota, o me nace, o me sorprende, o me inunda, o siento, o genero, o...- un chorro de pena.
Una vergüenza, una desolación, una orfandad, una timidez, que se apodera de mi cara y me hace mirar hacia el suelo, y del resto del cuerpo y me hace esconderme, encogerme...
pero ya va pasando... y lo que viene es ya la ilusión, la gratitud, el contento ante el tesoro.
¡es tan bonito!

Gracias, pili, pilar, pilara por pensar en mí mientras buceabas allá por Lugo, en el servicio de librería de la Galería Sargadelos. Mil bicos.
este dibujo lo es de la Abadía
de San Albans, en Hertfordshire,
donde don Álvaro vió el ectoplasma de un novicio miedoso y vigilante y se conmovió con ello.
Y la foto es la de la galería Sargadelos de Lugo.

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