sábado, febrero 19, 2011

confesiones... III


Así que cuando devine chamana, me vi equipada con una rabiosa oposición a cuanto pudiese ser enseñado.... y simultáneamente con la necesidad de aprender asuntos como hierbas, calendarios y ungüentos que son herramientas que no se avienen a indeterminaciones.
.- y, ¿como lo resolviste?

+.- Pues abriendo una grieta en mi Ñhcfuºqyfh67fwqyttr para que cupiesen las habilidades que solo se logran mediante el adiestramiento, la repetición, la observación y la constancia. Es decir: la ciencia. Así di cabida en mi a una nueva manera de conocer  además del mirar en mí misma:  la ciencia.

.- Eh, eh, eh, quieta! ¡Un momento! Ahí detecto yo una falla. Quiero señalarte que la ciencia no existe sin un científico que la arme y la emprenda, ¿de acuerdo?  Y ese científico tiene por órganos de información sus propios órganos sensoriales y solo eso; pues aunque disponga de medidores y analizadores, son sus ojos y sus manos los que manejan esos aparatos.  Y que  es en el interior de su mundo perceptivo adonde mira para conocer el exterior, así que la ciencia es una modalidad del “mirar en sí mismo”. Así que, ganar, lo que se dice ganar, ganó nada... ¿me estoy explicando?
+.- De acuerdo 100%, pero no es por ese sendero por donde quieren andar mis mocasines ahora.
.- ¡Bien; pero ese sendero existe!

+Por cierto que sí que existe; existe tan a menudo como tu lo transitas, por usar tus propias palabras. También yo suelo tomarlo de vez en cuando. Y no solos tu y yo. Permíteme una cita que versa sobre estos turrutales:

“El biólogo Humberto Maturana descubrió en los años 50’s que cuando un sapo ve una mosca y se forma una imagen de esa mosca en el cerebro del sapo, esa imagen en el cerebro es el resultado de la estructura particular del ojo del sapo y no una representación objetiva de la mosca que se encuentra en el medio ambiente. Este descubrimiento nos permite deducir que las ideas que tenemos de cómo funcionan las cosas no son copia fiel de éstas en el mundo real, sino que dependen del uso de nuestro lenguaje y de nuestras interacciones, que funcionan como filtros. En otras palabras, nosotros no conocemos el mundo tal cual es, sino que nosotros construimos en nuestra mente una imagen subjetiva de cómo es el mundo a través de nuestros lenguaje y las interacciones que tenemos a lo largo de la vida. Cada uno de nosotros construye una realidad particular del mundo a partir del lenguaje que utiliza”.

Ciertamente el humano científico es, en esencia, alguien que mira dentro de sí mismo, pero eso no es lo que le distingue como científico, sino lo que le iguala como humano. El científico procura la medición repetida de variables y la comparación de los resultados obtenidos para así comprender el curso de las cosas.





4 comentarios:

Paul dijo...

Francis, ¿otra vez volvemos a la escuela de Palo Alto, al construccionismo?

SALUDOS

Francis Elizalde dijo...

no caía en que ese fuese el nombre de la doctrina... gracias por adevertírmelo.Pero claro que vuelvo ahí, y ´no sé si por última vez.
me he enterado de un libro, "El miedo al conocimiento’, de Paul Boghossian. Dicen de ello: "Boghossian quiere que el lector se oriente a buscar el modo de ser de las cosas, independiente de nuestras opiniones.

En filosofía hay una línea que divide a la doxa u opinión de la episteme o conocimiento. La creencia no es conocimiento fundamentado ni verificado. Este libro busca revolucionar el ámbito académico, depurándolo del relativismo, pero asume que la filosofía continúa en evolución y por ello se ha nutrido de esta corriente de pensamiento. No se puede negar que el constructivismo está asentado por influencia del trabajo de Inmanuel Kant, además en filosofía siempre se da una revisión de teorías y postulados".
Creo que me conviene leerlo, pero ando mal de tiempo; lo pospongo. Pero te paso el dato.

Paul dijo...

Merci, Francis. Yo ahora estoy leyendo a Píndaro, porque si quiero escribir bien algún día tendré que bregar con los clásicos. Me interesa la concepción del arte por inspiración, que colinda con lo místico. Vicente Gallego tiene una poética de este calibre.

Hay dos casos en la historia del arte que me hacen pensar desde hace mucho: Nietzsche y Beethoven. Estos dos autores, a pesar de sendas enfermedades, crean obras de arte geniales. Beethoven fue sordo desde muy joven, y aún así creo una música divina; y Nietzsche tuvo cefalalgias muy jodidas, más tarde desarrollaría una demencia senil progresiva. Escribió uno de los poemas en prosa más profundos. Pues bien parece ser que el Arte, el verdadero Arte no depende de nosotros y de lo que hagamos. No depende de la biografía personal, por lo que suelo deducir de estos dos casos...

Bueno...perdona si te he dado la chapa...

SALUDOS

Francis Elizalde dijo...

muchas chapas como esa: es todo lo que pido! gracias Paul por tu generoso interés.
También me interesan, además de Nietzsche y Bethoven, Bach, con sus 16 hijos y su incesante producción de obras imperecederas, todo él equilibrio y desempeño cotidiano; Miró, sensato en medio de su incuestionable entrega a los principios más radicales del surrealismo; Brahms, que fué feliz y soltero y burgués y decía que su obra le era dictada;... en fin, los artistas que sí que producen Arte.
Brego estos días con "ideas sobre la comlejidad del mundo", de jorge Wagensberg, en Tusquets; un librito que, por usar un símil montañero, coroné en una ocasión, y ahora intento abordar por la otra cara, y no lo tengo fácil... Tres formas de conocimiento de la complejidad del mundo: la primera, la ciencia, en su sentido de trabajo de observación, planteamiento de hipótesis, medida,, expwerimentación... La tercera, la revelación: el mundo en sí nos comunica -a través de un dios, de nuestros sentidos internos...) La segunda, precisamente, el Arte.
Abrazos
>Francis